Al universo de las ideas se han reservado múltiples investigaciones. Para algunos estudiosos él constituye la fuente para las transformaciones que se efectúan en el
mundo material. El historiador cubano Pedro Pablo Rodríguez es uno de los que ha dedicado profundas reflexiones al tema. Cuando se hojea su currículo resaltan, entre otras, las jornadas dedicadas a la más amplia gama del pensamiento martiano. Pero Rodríguez ha indagado en aspectos muy diversos.
A fuerza de aparecer en diferentes
publicaciones periódicas, sus concepciones sobre pensamiento económico cubano no siempre han resultado conocidas dentro de su país natal. Confieso encontrarme entre quienes ignoraron hasta hoy esa faceta de su desempeño. Como él mismo asevera en la introducción al
libro "Nación e independencia económica", en cierto momento, impartió la asignatura "Pensamiento económico cubano" a la carrera de economía de la Universidad de la Habana. Como buen docente, enfrentó la necesidad de textos, sobre determinados aspectos del programa, de la manera más creativa: los produjo.
Si bien su esfuerzo resulta loable, quizás la publicación de algunos artículos en órganos extranjeros, lo limitó en el alcance dentro de los estudiantes universitarios nacionales. Esta afirmación es una opinión personal inspirada en mi experiencia como docente de la misma materia alrededor de una década atrás. Entonces, junto a mis compañeros de departamento buscaba, en cuanta publicación apareciera, los materiales para indicárselos a los alumnos. Por desdicha, no siempre asomaron las revistas foráneas.
Para nada intento criticar a Pedro Pablo por su decisión de dónde enviar sus artículos a convertirse en letra impresa; todo lo contrario, me apoyo en lo acucioso de las búsquedas, casi en su persecución, para demostrar sus potencialidades en el medio al cual él los dedicó: la docencia universitaria.
La reciente entrega del Dr. Rodríguez es una compilación de siete artículos suyos, donde se mezclan buena parte de los ya publicados, con otros de reciente cosecha. Como la presentación del libro para nada implica glosarlos en su totalidad me referiré a dos de sus trabajos.
Ante todo conviene conocer, que los planes de estudio sobre pensamiento económico cubano originaron inconformidades en los claustros que los impartieron. En buena medida, presentaban figuras y, muy poco, corrientes de pensamiento. Los docentes que los asumieron con libertad creativa se vieron obligados a adaptar concepciones foráneas al caso cubano. La experiencia no siempre los dejó satisfechos.
Sin embargo, en el artículo que encabeza este libro, ya Pedro Pablo está brindando soluciones. Las corrientes de pensamiento importadas, encuentran en él a un intérprete de sus manifestaciones dentro de un contexto diferente al que les dio origen. En específico, cuando son abordados los siglos XVIII y XIX, el destacado historiador y periodista se preocupa por distinguir los intereses que se mueven en la Isla y cómo adecuar a ellos los recursos del pensamiento llegado de otros lares. Aparece entonces, la especificidad cubana del pensamiento económico.
Al recorrer esos siglos, Pedro Pablo Rodríguez jalona el camino con disímiles interrogantes. La campaña libertaria iniciada en 1868, más allá de independencia y la abolición de la esclavitud ¿señaló algún objetivo económico a conquistar por los hombres que se iban a manigua?
Evidentemente, en toda ciencia los enfoques más abiertos, los menos prejuiciados, brindan mayores posibilidades de desarrollo al crecimiento de la propia teoría. Con preguntas como esa, el autor de marras señala un camino para indagaciones futuras y despierta el interés del lector.
Él mismo afirma que hay mucha tela por dónde cortar. Expone el enriquecimiento posterior del pensamiento libertario cubano con las aportaciones martianas, para dejar señalada la ruta a la investigación.
Otro punto de particular interés, queda recogido en su acercamiento a la figura de José Comallonga. Hoy existen círculos intelectuales donde se desconocen los detalles de esa personalidad. Sacarlo del anonimato, en que ha quedado sumido durante el último medio siglo, es una tarea enaltecedora.
La primera preocupación del autor del libro sobre pensamiento económico cubano fue establecer, nítidamente, la pertenencia social del destacado pensador de entresiglos. Comallonga, en medio del sometimiento neocolonial, defendió a sectores burgueses nacionalistas que sobrevivieron en ramas de la economía poco atractivas al gran capital nativo y foráneo. Las cuotas de ganancia, que potencialmente se obtenían en ellas, eran pequeñas y no les prestaron mayor interés.
Sin embargo, allí encontró cabida el pequeño y medio capital nacional. Sufrió, por supuesto, los vaivenes económicos cíclicos y los determinados por la subordinación estructural. Aquellos hombres invirtieron su dinero buscando progreso, al no encontrarlo en la magnitud que esperaban, buscaron vías para dar a conocer sus aspiraciones y limitaciones. Comallonga figuró entre los intelectuales orgánicos de ese conglomerado social.
La pretensión de progreso bajo el dominio neocolonial es tildada de quimérica por algunos estudiosos. Pedro Pablo Rodríguez explica las atenazantes circunstancias en las cuales actuaban. No los justifica, pero tampoco los condena. Los trata como lo que son: gérmenes del nacionalismo burgués en las tres primeras décadas del siglo XX. En su decursar, llegarán a la segunda posguerra, mejor o peor tratados dentro del devenir republicano y tendrán que asumir posiciones. Unos se doblegan, otros se radicalizarán y quedarán integrados en las diferentes organizaciones insurreccionales o reformistas del período.
Pedro Pablo los trata mucho antes de que se definan sus posiciones, apenas adentrándose en el dilema. Esos trabajos tempraneros ayudan a comprender mejor la posición de determinados sectores en la compleja y contradictoria urdimbre social de la república burguesa cubana.
Otras corrientes de pensamiento y figuras que las desarrollarán, también están presentes en la obra de Rodríguez. Varona, Sanguily, Villena, Ramiro Guerra aparecen entre los pensadores estudiados. Constituyen un grupo más conocido, mejor valorado, menos distante. No obstante, el perspicaz investigador los presenta siempre desde sus aristas menos reveladas.
De conjunto, los trabajos recogidos en el libro brindan una visión del pensamiento económico cubano que abarca más de los siglos. Sin dudas, sobrepasan el interés de los estudiosos de la economía y llama la atención de quienes están al tanto de la totalidad de las raíces nacionales.