El futuro de los estudios del pensamiento
descansa en las ideas de los investigadores actuales. Por años, se han sumado
nuevos especialistas a la modalidad que antes era ignorada. Inmersos en las indagaciones
es posible encontrar a filósofos, historiadores, juristas, politólogos, estetas,
pedagogos, economistas…
Tales incorporaciones suelen llenarnos de
alegría. No quedará ámbito del pensamiento que no se convierta en objeto de
estudio. Los resultados obtenidos muestran
esa realidad. Es casi para sentirse orgulloso.
Con el mismo brío con que ellos
irrumpieron en la disciplina, los estudios de pensamiento han tomado apellido;
se estudia el pensamiento filosófico, historiográfico, jurídico, político, estético,
pedagógico, económico… Está nutriéndose la teoría de cada disciplina que lo
enfrenta.
Pero – y alguien me enseñó que todos los
peros son malos - ¿se comporta la realidad social como un conjunto de fundos
gnoseológicos desprovistos de interconexión? Difícilmente. El pensamiento
adquiere tales apellidos como recurso metodológico de los especialistas que penetran
en sus entrañas.
En las neuronas de los hombres no existen
divisiones. El ser humano es multifacético, actúa en diferentes esferas a la vez,
interconectándolas, haciéndolas crecer, enriqueciéndolas en ese diálogo
impensado.
Cuando nos percatamos de esto comenzamos
a dudar de las aproximaciones al pensamiento logradas por las ciencias
actuales. Parecen trozos de una realidad irrecomponible. Para entender al mundo
es preciso asumirlo en su complejidad y diversidad; pero – otra vez el pero –
interconectándolo y asumiendo las nuevas dimensiones que tal operación revela.
No en balde, ante los embates del
postmodernismo durante el siglo XX, los especialistas acudieron a la
interdisciplinaridad, multidisciplinaridad y, finalmente, la
transdisciplinaridad. Esto es, la obtención de una verdad científica
fortificada con los argumentos de cada ciencia, convirtiendo las parcelas en
una teoría común, perteneciente a todas y a ninguna en específico.
Para nada piensen los especialistas del
pensamiento que propongo la desaparición de las disciplinas, gracias al
esfuerzo de centurias, ellas han consolidado una identidad epistemológica. Me
refiero al intercambio de experiencias, a la incorporación de variables propias
de colegas destacados en otras ramas del saber que han probado su veracidad.
Para sistematizar al pensamiento es
preciso dejar atrás los cerrados cotos que las disciplinas imponen. Solo desterrándolos
es posible alcanzar la comprensión de la conciencia social como un sistema
coherentemente estructurado. Se impone vertebrar las ideas al contexto
histórico-cultural que las condiciona y superar los déficits valorativos en
cuanto a las funciones sociales del pensamiento.
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