Jamás me ha gustado adoctrinar sobre asuntos metodológicosen la investigación. No porque los obvie cuando realizo esa labor, sino porque
he conocido a sagaces metodólogos que proclaman su relativa importancia con la
frase “la metodología no es una camisa de
fuerza”, pero en la práctica cuesta trabajo escucharlos hablar de otra cosa. Presentarles
cualquier fruto de nuestra labor investigativa, en busca de retroalimentación,
significa colarse por el fino tamiz metodológico de sus concepciones. Para
colmo, la mayoría de las veces obvian el contenido de lo expuesto, que, a la
larga, es nuestro interés mayor.
Si al hablar hoy de la entrevista,
en contra de mi voluntad, toco alguna arista metodológica, será por pura
casualidad. A la larga, mi distanciamiento con la metodología no es absoluto.
Muchos consejos pueden emitir los metodólogos sobre la entrevista. Hoy solo
pretendo compartir algunas experiencias en busca de intercambio.
Los primeros libros de mi autoría estuvieron basados en las entrevistas: Columna 32 yMisión especial de operaciones. Como parte de un equipo de
investigadores holguineros, indagamos durante varios años sobre la etapa insurreccional cubana ocurrida en los años 50.
Los testimoniantes, por lo común, resultaron
“héroes” de aquella contienda. Cierto es que también entrevistamos a quienes se
les enfrentaron y a personas que solo presenciaron la contienda desde las
gradas de la historia, para emplear un término deportivo.
Como héroes, aquellos hombres habían sido entrevistados en
múltiples oportunidades. Tantas entrevistas concedieron algunos de ellos, que
llegaron a elaborar una versión personal de los hechos y la repetían, de cabo a
rabo, a uno y otro entrevistador. De esa manera, su testimonio fluía con una
facilidad extraordinaria.
Por la metodología se conoce que cada fuente tiene su propia
crítica, - como ven, no odio tanto a la metodología – la crítica se aplica
tanto a las fuentes orales como a las documentales o de otro tipo. Muchas
versiones surgidas de aquellas entrevistas emergían cargadas del manto épico de
los protagonistas. Nuestra labor de crítica comenzaba, justamente, por ahí, por
buscar al ser humano capaz de convertirse en héroe, pero conformado por fibras
urdidas en la cotidianeidad de su vida.
Hoy estoy inmerso en un nuevo proyecto testimonial. Quienes
han seguido este blog conocen que he dedicado más de un post a la obra de mi
amigo y colega Rigoberto Segreo. En uno de
ellos inserté una pequeña entrevista que me concedió. Como historiador recibió
múltiples galardones antes de fenecer y llegó a miembro
de la Academia de la Historia de Cuba. Una personalidad como esa merece
estudiarse y darla a conocer a la comunidad a la que perteneció y para la cual
trabajó.
Aquí quiero insertar lo diferente de estas entrevistas. Segreo
y todas las personas que convivieron y se relacionaron con él, aun teniendo
momentos sumamente emotivos, los vivieron como parte de su vida cotidiana.
Acuden a la entrevista para tratar la vida diaria que sirvió de contexto a aquellas
relaciones, la que se carga de heroísmo solo al paso de los años, con el
recuento, la añoranza y el deseo de no haber vivido infructuosamente.
No existe en ellos una versión personal prefabricada. Deben
hilvanarla frente a la grabadora. Cierto es que les doy algunos temas previos
sobre los cuales intercambiaremos, son una mera guía, pero todo discurre espontáneamente.
Ese es el sello de estas entrevistas.
¿Significa que no debo realizarles ninguna crítica? Para
nada ofenderé a los metodólogos. Ya afirmé que toda fuente tiene su crítica.
¿Por dónde discurre la crítica a estas entrevistas? Pienso que hay varios
factores. Segreo fue un intelectual polémico. Polemizó con cuanta persona le
aceptó el intercambio de ideas divergentes, me incluyo entre ellas. Para
algunas personas, hoy resulta difícil rememorar aquellos intercambios. El velo
de la “ética”, no pocas veces, cubre los planteamientos de los entrevistados.
Alabo esa actitud, pero investigativamente tienden a
construir un Segreo plano, sin el filo de su palabra y de sus actos. Segreo
merece más. De ahí esta pequeña reseña. Muchos colegas sabrán, y deseo que lo
hagan, aconsejarme en este nuevo proyecto que he emprendido. No tema, puedo
polemizar, pero no rechazar de plano cualquier idea aunque no la comparta.
Mi invitación a reflexionar sobre la entrevista está
abierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario