Con
solo escuchar el nombre de Alejandro Torres Gómez de Cádiz Hernández usted lo
calificaría como descendiente de españoles,
aun cuando sus ancestros inmediatos sean cubanos. Esa retahíla de apellidos
puede confundir, pero el doctor en ciencias filosóficas a quien me refiero es
tan antillano como el almiquí.
Como profesor titular de la Universidad de Holguín e investigador de su Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad (CECI) se ha especializado en los estudios antropológicos y sociales y sus resultados investigativos han nutrido cuatro libros sobre temática religiosa, así como varios artículos. En los últimos años ha incursionado en la temática racial. De tal manera decidí formularle varias preguntas sobre el polémico universo de la discriminación racial. A continuación les presento sus respuestas.
Como profesor titular de la Universidad de Holguín e investigador de su Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad (CECI) se ha especializado en los estudios antropológicos y sociales y sus resultados investigativos han nutrido cuatro libros sobre temática religiosa, así como varios artículos. En los últimos años ha incursionado en la temática racial. De tal manera decidí formularle varias preguntas sobre el polémico universo de la discriminación racial. A continuación les presento sus respuestas.
MOC:
¿Es posible afirmar que persiste la discriminación racial en Cuba?
ATGCH:
Independientemente de los grandes esfuerzos del Estado por eliminar el racismo, sobreviven en nuestra sociedad
determinados prejuicios raciales manifestados recursivamente. No existe, a mi
juicio, una discriminación institucional
sino una discriminación de facto, que sobrevive como praxis en un prejuicio
racial actitudinal a nivel de
representaciones colectivas. Y que se manifiesta tanto del considerado blanco
hacia el considerado negro y viceversa.
Resulta sugerente aquí lo que el investigador
Esteban Morales, en su libro Desafíos de
la problemática racial en Cuba, reconoce como una “ruta crítica”, con el
siguiente orden: subestimación del otro – estereotipo - prejuicio – racismo –
discriminación.
La definición del término discriminación es
compleja, se refiere a políticas y prácticas que dañan a un grupo y a sus
miembros. Puede ser de facto (practicada
pero no legalmente decretada) o de jure
(parte de la legalidad). La discriminación racial puede ser actitudinal e
institucional, clasificándola según sus actores y los niveles en las cuales esta se presenta.
Con la discriminación racial actitudinal, las
personas ejercen la exclusión contra los miembros de un sector por estar
prejuiciados hacia ese grupo, manifestándose mediante la agresión verbal, física
y psicológica (en su más alta expresión en actos de genocidio).
La discriminación racial institucional se
refiere a programas, políticas y posicionamientos institucionales que niegan
igualdad de derechos y oportunidades, o dañan diferencialmente, a miembros de
grupos particulares. Esta forma de discriminación racial suele ser menos
personal e intencional que la actitudinal. Pero prefiero hablar de prejuicios
raciales, que obviamente generan hechos, a veces muy subliminales, a veces
groseros, de discriminación.
Si bien el Estado cubano no contiene en su
capital cultura y sistema político al racismo,
sí sobrevive a nivel de imaginario social, en una herencia cultural marcada por
pautas donde aparecen evidentes prejuicios raciales de un lado a otro,
expresados de variadas formas y significados. Cuba es un pueblo joven, la
abolición de la esclavitud fue tardía, y a veces no se entiende el trauma que
generó la esclavitud en Cuba, fueron personas arrancadas de su tierra y
tratadas como mera mercancía. El contexto republicano fue escenario complejo
para el reconocimiento por parte de la elites de poder, a eso se suman los
procesos migratorios de caribeños como mano de obra barata a principios del
siglo XX, ese panorama forma parte de la formación del pueblo nación, pero es reciente aun en el tiempo, solo su peso específico en la
cultura nacional, su resistencia cultural y sus grandes intelectuales fueron
abriendo el difícil camino de la aceptación de dichas elites que poseían la
posibilidad de crear una imagen “blanqueada” de la cultura cubana, una imagen
racista. Eso deja huellas, heridas, prejuicios que, en una historia de larga
duración, tardan en sanar, se puede cambiar con un decreto o una ley algunas
cosas pero la memoria colectiva y las estructuras mentales son más lentas. El
prejuicio racial tiene una latencia histórica en una sociedad que apenas lleva
más de 100 años de librarse del colonialismo.
MOC:
Hablas de prejuicios raciales, entonces ¿existen las razas?
ATGCH:
Una de las grandes dificultades con la que se encuentra cualquier investigador
al enfrentar una empresa en el campo antropológico o social sobre racialidad,
es la confusión actual entre raza y etnia, racismo y prejuicio.
En este sentido considero pertinente exponer, a
modo de aclaración a esta polémica, algunas tesis puntuales, a partir de
nuestra experiencia investigativa.
Las razas son categorías culturalmente
construidas que pueden tener poco que ver con diferencias biológicas reales. Es
un concepto obsoleto e inoperante en nuestro medio, donde el mestizaje propio
de la génesis de nuestra cultura impide delimitar, biológica o por pigmentación
de la piel, el origen racial del sujeto o grupo.
Definir que una persona es negra o blanca con
certeza bio-racial es casi imposible en Cuba
solo por la tonalidad epitelial podría distinguir, tal proceder quedaría sujeto
a las subjetividades y el contexto en que se interprete.
Etnicidad significa identificación con, y
sentirse parte de, un grupo étnico. Etno es pueblo, por lo tanto personas de
igual color de la piel pueden ser culturalmente muy distintas si proviene de
diferentes grupos étnicos. Color de la piel no es igual a origen y posición
cultural.
El racismo engloba las ideologías racistas, las
actitudes fundadas en los prejuicios raciales, los comportamientos discriminatorios,
las disposiciones estructurales y las prácticas institucionalizadas que
provocan la desigualdad racial.
MOC:
¿Podrías definir algunas causas por las cuales los temas raciales han sido poco
visibles en los últimos años?
ATGCH:
Es válido destacar que el tema racial había desaparecido del debate público por
varios motivos. Primero, fueron ostensibles los grandes logros del Estado en su
enfrentamiento al racismo y se creó toda una estructura social y un discurso
político donde se eliminaron las prácticas racistas institucionales, generando
una política cultural y educacional destinada a barrer los prejuicios heredados
de la sociedad republicana.
Segundo,
estos logros palpables crearon una posición triunfalista en el tiempo,
articulada sobre la base de una supuesta desaparición de los remanentes
racistas de nuestra sociedad. De este modo, el tema racial quedó como tabú, en
un espacio de discusión sellado en la polémica científica, lo que posibilitó
una acumulación de deudas con factores negativos sobre racialidad que aún
subsistían en la nueva sociedad.
Los
reconocimientos por parte de los órganos estatales fueron tardíos y se produjo
una resistencia a su aceptación, lo que incrementó la deuda.
MOC:
Pero, ¿el tema es virgen de manera absoluta?
ATGCH:
En realidad, los estudios del fenómeno racial, desde los textos de Don Fernando
Ortiz hasta los actuales y agudos libros de Esteban Morales, Tomas Fernández
Robaina, Sandra Morales o Zuleika Romay…, deben ser más socializados.
En Holguín, contamos con los realizados por los
historiadores José Novoa sobre la
esclavitud y Joel Rodríguez, sobre
identidades raciales y asociacionismos en el Holguín republicano o las más
jóvenes, de aristas sociológicas de Angélica Díaz y Judith Peña que nos alertan
de esta dimensión racial.
Más, no debemos ver en ellos una incitación a
revolver diferencias raciales, sino todo lo contrario, un llamado a que nuestro
sistema educacional, cultural y los medios de difusión asuman con
responsabilidad las mil caras del prejuicio racial.
La sociedad cubana es mestiza, de ajiaco étnico
que aún se cocina, la transculturación es un hecho vivo y no acabado. Debatir,
polemizar desde el comprometimiento social con todos es una forma de contribuir
a una sociedad mucho más justa. El silencio podría ser fatal.
MOC:
¿Sobre qué bases toman fuerza los estudios raciales en nuestra realidad de hoy?
ATGCH:
Los proyectos e investigaciones han demostrado la necesidad del debate en torno
al problema racial. Los estudios sobre racialidad en nuestro contexto nacional
han adquirido un impulso importante como parte de la renovación de las ciencias
sociales, es hoy una de las líneas investigativas priorizadas por el Estado. Después de varias
décadas de silencio, el debate acerca de la racialidad en Cuba se hace aún más
urgente y los enfoques que se toman sobre el tema demuestran el deseo de
propiciar un análisis que nada tiene que ver con el peligro de división social,
sino apoyar y fundar las bases que impidan que lo logrado hasta ahora sea
ensombrecido con la reemergencia del racismo, después de la pérdida acelerada
de valores que se produce en la sociedad cubana de hoy, fenómeno que se viene
operando desde la crisis económica de los años 90.
Indiscutiblemente,
resultó necesaria la retomada del tema
racial, pues solo un estudio a fondo de esta discriminación, no tan subyacente
y subjetiva, puede llevar a su erradicación en busca de continuar los logros de
una sociedad más justa.
MOC:¿Cuáles
son los modos de expresión de los prejuicios raciales en nuestra realidad?
ATGCH:
Se expresan en la sociedad local de variadas formas, desde la arquitectura de
estereotipos, arquetipos, el choteo tradicional y otras prácticas de diferentes
gradaciones, que se pueden
manifestar en las diversas áreas de la vida social en agresiones simbólicas,
psicológicas y prácticas excluyentes por motivos raciales.
Por
ejemplo, el choteo, tan común al cubano, es un modo de canalizar el humor.
Espontáneo y cotidiano, es un rico acervo del imaginario colectivo. Pero
recordemos que es un indicador cultural, donde la ironía y los mensajes juegan
un rol interpretativo-formativo e inciden en la construcción de imaginarios y
universos simbólicos en los niños, jóvenes y adultos.
Existe,
en nuestro contexto, un cúmulo de chistes, anécdotas, cuentos que a modo de
moraleja, parábola y sarcasmo encierran una fuerte carga discriminatoria en el
orden racial. Son ingeniosos y agudos pero
conservan ese estereotipo negativo. La sutileza de estos esconde, bajo el
humor, una realidad y una práctica muchas veces visible, excluyente y grosera
La
llamada tolerancia, término que implica ya una diferenciación, tiene límites
reales, cuando en muchos casos los jóvenes tienen relaciones de pareja con
personas que tienen otro color en la piel. Cuánto de discriminación racial encierra
que personas negras o mestizas hablen de casarse con los considerados blancos
en sentido de un presunto adelanto biológico, u otros que advierten a sus hijos
“blancos” no “atrasar la raza”.
Cuánta
carga de significado puede tener, cuando las personas temen o no les gusta que
le digan negro, por un lado considerado una ofensa y por otro porque, realmente,
a veces se utiliza de manera despectiva. El término persona de color encierra, no solo una falta de
identidad racial, sino una patética forma de encubrir el prejuicio racial de
ambos lados. De igual forma, me parece que el tema de la representación en
cargos públicos y funcionarios de personas consideradas negras y principalmente
mujeres de forma estadística es lacerante. Lograr representatividad debe ser a
partir de evitar la discriminación y legitimar el talento y las competencias,
no volver una camisa de fuerza, que tiene que haber tantos negros y tantos
blancos en una dirección. Sería muy duro para una mujer que le insinuaran que
ha sido elegida para un cargo por ser negra y fémina y no por su talento. En
Cuba sobra talento y nada tiene que ver con la coloración epitelial, sin son
negros todos o blancos no importa el porciento. ¡Viva la dignidad de ganarse un puesto por razones más densas que
la epidermis!
Igual, ¿cuánta
responsabilidad puede haber en la reproducción sociocultural del prejuicio racial
cuando se asocia al llamado mulato o mulata como un icono de sensualidad en el
marketing turístico? Por otra parte, se promociona una relación entre el
deporte y la música con personas negras o mestizas. La carga discriminatoria
del prejuicio racial, se duplica si hacemos coincidir el género y el color de
la piel, esencialmente en la mujer negra.
¿Cuánto
puede influir este aspecto, a veces visto tan humorístico y espontáneo, en
decisiones institucionales, en el acceso a determinados puestos u oficios donde
el patrón de belleza está prejuiciado?
Uno de
los espacios más incidentes del fenómeno racial es la escuela. Las
instituciones educacionales son centros de reproducción cultural que legitiman
no solo las políticas educacionales y culturales del Estado a través de los
currículos oficiales, también legitiman las prácticas cotidianas a través de
los currículos ocultos: expresiones peyorativas, burlescas, alusiones
“cariñosas”, el chiste sobre el negrito del aula o el mal disimulado rol de
preferencia a las niñas y niños blancos que, a veces, “inocentemente” se genera
en los espacios informales de la escuela. Todas esas actitudes se asimilan de
manera tan profunda como los contenidos de matemática o historia.
A
veces, para no parecer desagradables, jugamos en las redes del prejuicio racial;
formamos parte de él, en el centro de trabajo, en el barrio, en las relaciones
interpersonales, en la escuela. No se trata de aceptar, de reconocer, de ser
tolerantes, sino de racionalizar que no existe tal deferencia.
MOC:
Desde tu visión, ¿cuál sería la especificidad cubana en el orden racial?
ATGCH:
La sociedad cubana, como etno-nación, es producto de un complejo proceso de
transculturación, donde han dialogado un conjunto de pueblos hasta conformar la
cubanidad. Esto implica un alto índice de mestizaje que genera una dificultad
para definir los elementos raciales, a partir de la pigmentación de la piel.
De este modo, los estudios etnológicos se
dirigen más a las representaciones colectivas en el imaginario popular que
hacia indagaciones antropo-biológicas.
Repito, la esclavitud y la discriminación
institucional racial son, diacrónicamente, procesos cercanos en el tiempo. Cuba
es un pueblo joven en términos históricos, hay que reconocer que 143 años no son
suficientes para superar el trauma de la esclavitud que siguió viviendo en el
racismo, como práctica de Estado, durante la República.
MOC:
Profundicemos en las especificidades, ¿tenemos hoy un Holguín racista?
ATGCH:
La sociedad holguinera presenta características etno-formativas peculiares. Los
nutrientes étnicos de la región fueron esencialmente criollos blancos y grupos
ibéricos. El predominio de una economía ganadera y de subsistencia, sumado a la
casi nula presencia del sistema plantacionista, provocó una esclavitud
doméstica y de hecho una baja presencia del negro en la sociedad.
La baja representación histórica de personas
negras y mestizas en la sociedad holguinera es clave para la subsistencia de
prejuicios raciales del blanco hacia el negro, principalmente.
Esta situación ha llevado a calificar al
holguinero común como “racista” y de hecho, en el imaginario social nacional,
subsiste la creencia del Holguín “racista”.
A pesar de este factor racial tan evidente, como
confuso e injusto, no existen suficientes estudios académicos que lo aborden.
La ausencia de investigaciones que expliquen, ubiquen y proyecten con
objetividad científica la realidad racial, hace que el mito de un Holguín
racista se mantenga y algo peor, que los reales prejuicios raciales y su
respectiva discriminación de facto no sean asumidas con la responsabilidad
necesaria.
La complejidad del tema racial nos lleva a
plantearnos una problemática inicial. Primero, el prejuicio del blanco hacia el
negro también debe relacionarse con el prejuicio del negro hacia el blanco y ambos
son complementos de relaciones sociales indivisibles. Es, en esencia, una red
significante de prejuicios raciales. Como es mayoritario el componente
considerado blanco, la dirección del prejuicio racial incide negativamente con
mayor fuerza sobre los epitelialmente considerados negros o mestizos.
Segundo, el diapasón del reflejo del prejuicio
racial es amplio desde lo socioclasista hasta lo más cotidiano, pasando por
decisiones institucionales que puedan estar marcadas por este factor.
El balance numérico entre personas consideradas
negras y blancas en Holguín sigue siendo altamente desnivelado a favor de los
últimos, generando un predominio del blanco en todas las esferas de la
producción y la vida cotidiana.
A nivel de representaciones colectivas,
sobrevive, en el imaginario popular del holguinero común, una herencia cultural
marcada por pautas y estereotipos donde aparecen remanentes de prejuicios
raciales hacia el negro, expresados de variadas formas.
Estos prejuicios implican un cierto nivel de discriminación como praxis inherente a
esa herencia y la estructura mental que la genera. La discriminación es la forma en que se objetiva este prejuicio racial.
Si planteamos que en la sociedad cubana no existe racismo institucional, es
lógico que no se manifiesten elementos de discriminación
institucional. En Holguín, como en el resto de Cuba, a nadie se le impide,
excluye o prohíbe su integridad y participación ciudadana por ser considerado
negro.
Sin embargo, trataremos de reflexionar sobre los
prejuicios existentes que generan una
discriminación de facto y espontánea,
es decir, una práctica racial no establecida en la razón de Estado ni en sus
leyes, sino a nivel de prácticas cotidianas. Por lo tanto estamos descartando
la posibilidad de que en Holguín existan elementos de discriminación de iure, es decir legales.
En una sociedad mestiza como la nuestra, la
pigmentación de la piel implica un status
adscrito, es decir, aquellos que son inherentes a la naturaleza del sujeto
como la “raza” y este no tiene posibilidad de elección, se nace con una
pigmentación en la piel y no se escoge, a diferencia de los status adquiridos.
Los status
adscritos, como la profesión, los oficios, son por lo general, en nuestra
sociedad, diferenciadores, pero innegablemente con una
amplia posibilidad de elección, donde el color de la piel no es impedimento
institucional para lograrlo.
Si tomamos como clave que los remanentes de
racismo en Holguín actual están afincados en estos factores, esencialmente el prejuicio de facto, podemos afirmar, por
nuestros resultados investigativos, que sobrevive como praxis un prejuicio racial actitudinal a nivel de
representaciones colectivas y praxis cotidiana.
En la sociedad
holguinera sobreviven prejuicios raciales a partir de estereotipos que ha
generado nuestra propia evolución cultural en la formación de la identidad
local, donde el negro además de esclavo y subordinado era poco representativo
demográficamente. Tales prejuicios raciales implican una subvaloración que consciente o
inconscientemente se reproduce en las prácticas cotidianas y otras esferas.
El hecho de que sus manifestaciones más patentes
sean de esta naturaleza, no disminuye su carga de significados hirientes,
excluyentes y con expresiones reales de discriminación racial.
De todas formas es válido aclarar que estamos
hablando del Holguín tradicional, la antigua jurisdicción. Para tener una percepción histórica del área que
ocupa la actual provincia de Holguín, hay que partir de que los ejes de
ordenación territorial derivados de la división política administrativa
contemporánea no se corresponden con la configuración histórico – cultural de
las regiones orientales.
De tal modo, el
Holguín actual enmarca diversas regiones históricas y excluye barrios que pertenecieron
a su jurisdicción .Por tanto como holguinero puedes entender una persona de
Sagua, Moa o personas de Gibara y Buenaventura.
Además, la ciudad
de Holguín ha tenido un proceso de recepción de personas venidas del sur, de Granma, Santiago de Cuba y los municipios
del este. Esto ha cambiado poco a poco el panorama antes descrito y ayuda a una
percepción racial
diferente a la que se tenía hace
quizás 40 años. La movilidad demográfica le cambia el color a Holguín y con
ello sus representaciones sociales. Por ejemplo, en el campo religioso
holguinero predominaron el cristianismo y espiritismo, sin embargo, hoy crece el número de personas iniciadas en religiones
de sustratos afrocubanos, santeros y paleros; muchos de ellos catalogados como bien
blancos y hasta con ojos azules. Así es nuestra realidad, para buena suerte de
todos, un gran ajiaco o una gran nganga.
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