Cuba no es solo una isla que
enlaza al Mar Caribe con el Golfo de México. Cuba es todo un archipiélago. Aun así, por más que
usted busque en su geografía física no
encontrará ninguna Isla B. Sin embargo,
en su historia sí existe una Cuba B.
Una isla con dos historias.
Hoy escuchaba la grabación
de audio de una de las presentaciones del libro Historia de Cuba y recordé que,
décadas atrás, el talentoso historiador Juan Pérez de la Riba planteó la existencia de
una isla con dos historias y las nombró la Cuba A y la Cuba B. Su tesis partía del desarrollo desigual
de las diferentes regiones que componen al país. Tales diferencias se muestran
en lo estructural y también en el orden cultural.
En virtud de las diferencias,
las versiones historiográficas aparecen matizadas, pero con un predominio de la
visión occidentalista de la nación. Las versiones sobre la Historia de Cuba se han escrito
desde La Habana
en un porcentaje muy alto de las veces. Cuando no, esa llamada “historia
nacional” ha acudido a los hechos y procesos donde la capital del país se ha
visto envuelta y el quehacer del resto de la nación ha quedado uniformado a
fuerza de aplicar generalizaciones.
Nada tenemos en contra de
los historiadores que han desarrollado su labor a conciencia y nos han
entregado los volúmenes sobre nuestro pasado, por los cuales hemos aprendido un
poquito sobre él. Todo lo contrario, admiramos su dedicación y entrega porque
son el ingrediente indispensable para las esclarecedoras y novedosas tesis en
ellos contenidas. Pero el progreso en la ciencia histórica también requiere de la crítica.
En realidad, existe esa Cuba
B. Pero ella también produce sus versiones, solo que ninguna había intentado
cubrirse con ese manto de “nacional”. Se habían desarrollado bajo el sello de
“regional” o “local” que no siempre es propenso a méritos. Pero un buen día se
rompieron esos moldes.
La isla fascinante en una versión diferente
Los sucesos de la mayor de
las Antillas cayeron en la atracción de
sus hermanas geográficas. El Archivo General de la Nación, de la hermana
República Dominicana, ha decidido publicar las historias de todos los países
latinoamericanos y Cuba no podía faltar.
En Santo Domingo se
encontraba el conocido historiador holguinero
José Abreu. Al conocer de aquellos propósitos se brindó a
materializarlos, sin andar temiendo que lo catalogaran de presuntuoso o cuando
menso de osado. Avisó a un grupo de sus compatriotas, dividió los capítulos
según las preferencias investigativas de cada uno y comenzó el trabajo. Durante unos cuantos
meses, el vínculo entre él y los demás fue el correo electrónico. Uno a uno
fueron llegando los capítulos hasta que Abreu pudo conformar el volumen.
Fue un trabajo colectivo de
especialistas ubicados en la
Isla B. ¿Sabe cuál es?
Pues la ciudad de Holguín, ubicada en el nororiente cubano. Aunque formo parte de ese equipo y las
autoalabanzas son cosa fea, tengo un compromiso académico con el colectivo, conozco
los méritos de cada uno de los integrantes y no tengo por qué silenciarlos
cubriéndome con la mera modestia personal. En última instancia, satisfago mi
vanidad habiendo trabajado con personas de tan alta valía. De ellos no podía
salir algo malo. Están adscriptos a diferentes perspectivas metodológicas y
puntos de mira, pero unificados en cuanto al rigor académico e intelectual que
requiere una obra de esta naturaleza.
En los siete capítulos del
volumen pretendieron proyectar una visión integral de Cuba, desde los orígenes
hasta la más palpitante actualidad, traspasando la historia política, militar y
diplomática y abordando aspectos de su literatura, música, pintura,
arquitectura, ciencias y los cambios culturales de cada momento. Los autores
también se adentran en la actual coyuntura analizando los desafíos al
socialismo cubano en el siglo XXI.
La isla sobredimensionada para autoreconocerse en la
letra de varios estudiosos.
Los isleños contra
metrópolis y tiranos conforman un mundo valorado desde el esfuerzo inabarcable
de sus hijos y el interés desmedido de los poderosos por poseer una zona de
poder en el cálido Caribe.
Acontecimientos ocurridos en
el archipiélago que dejaron huella en la memoria de otros pueblos. Todo un
universo de relaciones tendido en torno al azúcar que matizó la vida de sus
pobladores durante siglos, para un día renunciar a la dulce gramínea.
Así de contradictoria se
presenta esta versión, construida por historiadores avecindados a cientos de
kilómetros de la capital del país, por donde corren las más “actualizadas”
corrientes de hacer la historia.
La ponderación a hombres de estatura continental y
hasta planetaria.
La dicotomía entre masa de
pueblo y grandes figuras resuelta en una relación indestructible. Desde Martíhasta Fidel Castro cada quien es el fruto de circunstancias socioculturales,
nadie es un predestinado.
El gran personaje de cada
suceso es el conjunto de hombres de a pie concebido en una u otra dimensión por
cada uno de los nueve autores del libro. Su intención distó de hilvanar
versiones conocidas. En ocasiones las tomaron como base, en otras las
desecharon y expusieron la propia.
La Historia de Cuba en una nueva síntesis que esperamos le haga reflexionar.
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