Que la virtud da luz y ennoblece es un secreto a voces, pero
pocas veces se ha entendido que ella es el nexo cardinal entre el pueblo y el estado. Dicha relación es desarrollada por el
jurista venezolano Hugo Argotti
Córcega en su libro El estado virtuoso como proyecto político del Libertador Simón Bolívar.
Córcega en su libro El estado virtuoso como proyecto político del Libertador Simón Bolívar.
El abogado venezolano posee larga experiencia, es asesor
jurídico de la Fundación
de Derechos Humanos de Anzoátegui, procurador general del propio estado y miembro
de la organización mundial Amnistía Internacional.
También despliega labores docentes y como columnista de
variados géneros. Entre su producción se encuentran los libros Didáctica sobre Derechos Humanos y Ética del Libertador.
La división de poderes dentro del estado
Inmerso en las concepciones bolivarianas, este autor penetra
dentro de la típica división de poderes de cualquier estado moderno. Realiza un
ameno e instructivo recorrido sobre las bases conceptuales de su surgimiento y
luego hurga en la abundante papelería de
Simón Bolívar referente a su labor como creador de estados
porque Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Bolivia no solo supieron de
la libertad conquistada con el filo de su sable sino también de su empeño en
edificar en cada una un estado acertado.
Para Argotti la principal cualidad de ese estado debía ser
la virtud. El propio autor reconoce que la elección de dicha palabra es obra
suya, Bolívar nunca calificó al estado de virtuoso. Sin embargo, tras una larga
revisión de documentos constitucionales o
no, él encuentra el vínculo entre el estado y la virtud en la obra del
Libertador y toma licencia para unir ambas palabras en un solo apelativo:
estado virtuoso.
Entonces aparece un nuevo poder dentro del estado. Él estaba
ausente en las concepciones de los pensadores ilustrados europeos y solo Simón
Bolívar alcanzó a comprender la necesidad de implementarlo, lo llamó Poder
Moral.
La relación del estado con el pueblo
Consciente de las aberraciones que la función de gobierno podía acarrear, el Libertador pretendía
dotar al estado de un cuerpo capaz de velar por la rectitud en el ejercicio del
poder y bien encaminar su acción hacia los fines más útiles al pueblo.
Así aparece en las concepciones
bolivarianas tan medular relación entre pueblo y estado. El elemento mágico
para lograr tal propósito es la virtud. Tan apreciable cualidad es concebida
tanto en el estado como en el pueblo y en algunas otras instituciones, entre
ellas, el ejército.
De tal manera, el estado virtuoso tiene como tarea
fundamental la educación del pueblo para que desarrolle a plenitud su talento
creador y sea él mismo tan virtuoso como el estado. Para que mantenga sus
costumbres honestas, deje atrás la ignorancia
y el vicio que lo llevarían a perder la libertad
ganada, produzca ciudadanos de luces que
fijen la opinión pública, aprenda sus derechos políticos y el modo correcto de
ejercerlos.
El ejército como parte del estado
Dentro del estado, como guardián de esas conquistas, en lo
interno y hacia el terreno internacional, está el ejército virtuoso. Subordinado
a los jefes naturales, representantes legítimos del pueblo; ese ejército será
obediente, disciplinado, leal, valeroso, constante, optimista, inmerso
constantemente en la instrucción, pleno de humanismo y amor a la patria y prudente en el manejo de las armas.
Como puede apreciarse, la virtud del cuerpo armado como
componente del estado, solo se obtiene
mediante valores morales. El vínculo adquiere su mayor brillantez cuando se
logra la alianza cívico-militar.
Cuando Hugo Argotti penetra en las entrañas del estado
virtuoso revela múltiples aristas del pensamiento del Libertador y de sus seguidores contemporáneos. Entonces se comprenden
mejor los esfuerzos del presente y se sueña con la virtud materializada; en
fin, el lector termina sintiéndose virtuoso.
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