La nación lleva en sus entrañas a la anti nación. Suele
figurar como elemento primordial en los estudios históricos. Desde la aparición de las naciones
modernas todo un entramado axiológico, político, patrimonial y de cuanto
aspecto compone la vida social se urde en torno a ellas.
En el recién
finalizado II Taller Derroteros
historiográficos cubanos en el siglo XXI más de un intercambio de opiniones
giró sobre el tema de la nación. Entre el 12 y el 14 de noviembre, en la sede holguinera de la Unión de Escritores y
Artistas de Cuba (UNEAC), decenas de estudiosos discutieron sobre nación en
varias de sus vertientes.
Hubo análisis de
su versión más sencilla y simplificadora, pero también hizo acto de presencia
la concepción que la vincula a la anti nación.
La anti nación excluida de la
nación
Durante mucho tiempo los estudios nacionales se han
regodeado en los avances de la nación. La configuración de una identidad con
origen, cultura, lenguaje y territorio común, que son auto reconocidos por sus
componentes y que se organiza jurídica, política y en todas las demás esferas
sociales ha sido el centro de atención durante muchos años.
Cada uno de sus empeños en la historia, se han seguido con
suma atención y hasta cierta dosis de orgullo. Sus vínculos populares
constituyen el supremo rasgo que la define y fuera de ellos cuesta trabajo que
se acepten otros. Así se ha excluido a la anti nación en los análisis sobre la
nación.
La anti nación en
contraposición inseparable con la nación
La nación no existe sin su contrapolo dialéctico, la anti
nación. Tal precepto parece regir la concepción de quienes amplían sus miras al
abordar la nación.
Solo en la contraposición con la anti nación surge el auto
reconocimiento dentro de la nación. A otra cosa dirigen sus preocupaciones los
defensores de la nación cuando la anti nación desaparece del horizonte de peligros para la nación.
Se trata de dos nociones contrapuestas pero en constante
retroalimentación entre ellas. Las estrategias para la realización de la nación
responden a sus homólogas del polo contrario que pretenden negarla. Es una
lucha constante.
La anti nación desaparece con
la nación
Si contemplamos el desempeño humano a través de los siglos,
no hay por qué dudar que llegue el día donde la nación estorbe. La nación ha
sido una forma organizativa de los sentimientos, intereses y aspiraciones
adoptada por conglomerados de hombres y mujeres en momentos específicos de su
historia. Puede llegar el momento cuando todo cambie y otra estructura sea
necesaria.
Aunque no parezca obra del futuro inmediato, esa necesidad
deja entrever su presencia en perspectiva. Por solo citar un ejemplo, fijémonos
en los movimientos integracionistas y desintegradores de la actualidad. Ellos
muestran la rivalidad nación – anti nación. ¿A dónde nos llevarán?
Sin temor a equivocarme, debe surgir un nuevo status, con
innovaciones y contradicciones que deje atrás el diálogo - y hasta la rivalidad
– entre la nación y la anti nación.
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