expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

Translate

lunes, abril 27

Tras la máscara del verdugo



Terrán fue quien ultimó al Che. Es lo que se ha dicho siempre. Ahora resulta que dos Michael nos traen una versión diferente: sus apellidos respectivos son Ratner y Smith. Ellos aseguran que detrás de Terán se movía un asesino más tenebroso. Así lo plantean en su. libro ¿Quién mató al Che? Como la CIA logró salir impune del asesinato, publicado por Ciencias Sociales en el 2014.
Su argumentación tiene en cuenta este principio:
Bajo las leyes que rigen la guerra, incluyendo la guerra de guerrillas, la muerte de un prisionero es un asesinato y constituye un crimen de guerra. El que realiza el disparo no es el responsable del crimen de guerra. Aquellos más arriba que ordenaron, accedieron o no pudieron evitar el asesinato, son también culpables de un crimen de guerra. No hay justificaciones legales para este crimen.[1]

lunes, abril 20

El ADN del neoliberalismo



El neoliberalismo nació con alergia. Lo afirmo de manera rotunda tras leer a John Brown. Según él, el liberalismo, padre de su vástago contemporáneo, padeció de urticaria a la historia y la enfermedad estaba impregnada en sus genes. Tal certeza la desarrolla este filósofo español, nacido en Marruecos y bautizado como Juan Domingo Sánchez Estop, en su libro La dominación liberal. Ensayo sobre el liberalismo como dispositivo de poder.
Al decir de Brown, el liberalismo pretende presentarse como doctrina eterna, sin principio ni fin. Según un jocoso amigo a quien consulté, quiere ser más antiguo que la humanidad, aun cuando una parte de ésta fuera quien lo concibiera y lo desarrollara.
El liberalismo, como doctrina que defiende las libertades individuales frente a la intervención del Estado, ha elaborado toda una versión sobre si mismo. Según sus creadores, constituye una conquista suprema del hombre. Cuando uno escucha esto, pasa a defenderlo casi de manera automática. Entonces el liberalismo ríe.

lunes, abril 13

Olguita y la Virgen



Hay mitos que acrisolan a los pueblos donde se engendran. Se entretejen con sus aconteceres épicos y desbordan el sudor y el fruto en la faena del día a día. El pueblo cubano no constituye excepción. Ha creado su imaginario a lo largo de sus siglos formativos. Quizás una de las expresiones de legitimidad del sujeto social diferente que un día surgió en este archipiélago sea la Virgen de la Caridad del Cobre.
Cachita, como se le conoce en el argot popular, lleva en sí misma exponentes de la diversidad etnocultural que le dio origen y que coincide con la de toda la nación. Todo entrelazado en una hermosísima leyenda donde al hombre se le confiere un milagro en medio de una denodada lucha contra la furia de los elementos que la naturaleza ha desatado. ¿El escenario? La Bahía de Nipe en el siglo XVII.
El lugar y los protagonistas del suceso son reales. Hay suficientes documentos que lo prueban. Lo demás ha encontrado cuna en el espíritu bueno de los cubanos. Pervive en el peregrinaje de los devotos y en la curiosidad de los ateos. En virtud de esas cualidades extiende su presencia de Maizí a San Antonio.