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lunes, enero 19

Segreo en mi palabra y en la letra de Abreu



Quienes han seguido PensamientoIberoamericano conocen que a la figura de Rigoberto Segreo le he dedicado másde una entrada. Siempre he destacado su amor por la diversidad y la polémica. Hoy ofrezco mi opinión actualizada.

A finales del 2013, mi colega y amigo José Abreu Cardet, conocedor del emprendimiento en que me encuentro desde el 2012, me solicitó unas primicias del trabajo y terminé siendo entrevistado.
 Abreu publicó sus interrogantes y mis respuestas en el sitio web de la emisora Radio Angulo. Muchos navegantes las han consultado, pero no ha llegado a mayor cantidad de personas que pueden interesarles. Hoy las transcribo aquí.
Abreu: Estas haciendo un estudio biográfico de Segreo. Me sorprende que hagas un libro testimonio. No creo que sea muy frecuente hacer ese tipo de obra sobre un intelectual. ¿Por qué un estudio testimonial y no una biografía más tradicional?
Minervino: Desde hace mucho tiempo soy alérgico a la biografía. Además del aire monótono y cierta unilateralidad que proviene del autor, hay un elemento con el cual discrepo: la mayoría de las biografías son apologéticas; más que seres humanos, los biografiados son apologetizados y elevados a la categoría de verdaderos dioses. No pocas grandes personalidades han perdido su "filo" renovador en esos intentos, otras, por el contrario, salen tan edulcoraditas de la pluma del escritor que más que leerlas, a veces sería preferible chuparlas.
La recreación de momentos importantes en la vida de una persona, mediante testimonios, brinda más de una óptica al respecto. Enriquece los prismas de aproximación porque permite visiones críticas junto a opiniones más favorables. Desde mi punto de vista, hace al personaje más humano y pone al lector en un diálogo participativo con cada una de las opiniones que se le brindan. Lo pone a pensar.
Hay otro elemento de tremenda importancia. Había una vez un grupo de adoradores de Clío. Ante la noticia de un concurso decidieron estrechar sus esfuerzos y presentar un trabajo. ¿Sabes qué género escogieron? El testimonio. Buena, regular o mala surgió una cosa que nombraron La Columna 32... cuando lees el nombre de sus autores te encuentras a Elia Síntes, Dolores Feria, José Murt, José Abreu y Minervino Ochoa. Nada, que el empeño no es nuevo en mi.
 En el caso de Segreo, existen motivos más poderosos. Él fue un buen ensayista. Para mejor honrarlo, más que una biografía, debía dedicársele un ensayo sobre su producción... o quizás varios. Sin embargo, en algún lugar he escrito que la obra publicada por él, hasta el momento de su muerte, es solo la parte visible de un iceberg. Fuera de la vista de muchos quedaron libros inéditos. Pueden estar mejor o peor logrados, pero también son parte de su legado intelectual.
Consideraría algo poco ético de mi parte, lanzar opiniones sobre proyectos de libro semi o inconclusos y, hasta concluidos, pero esperando revisión. El corazoncito escribiente de Segreo también gozaba cuando daba un "palo historiográfico" ¿tengo yo derecho a truncar esa aspiración? Por supuesto que no. Esperemos que las editoriales pongan en blanco y negro lo que quedó, después se podrá "ensayar".
Abreu: ¿No crees que es sorprendente que Segreo se inició en sus estudios de historia sobre temas considerados nacionales? Por regla los historiadores de "provincia" se inician en el oficio en las historias locales.
Minervino: Nuestro amigo, el guajirito de Velasco, entró a las ciencias históricas por sus versiones más universales. Él comenzó impartiendo Historia Antigua. Incluso, creo que ejerció su magisterio primero en Historia de la Edad Media, de África y de Asia antes de incursionar, tiza y borrador en mano, en la Historia de Cuba. El primer libro que escribió fue un encargo. Recuerda que se iba a conmemorar el Medio Milenio del encuentro-encontronazo-descubrimiento-encubrimiento-descubrimiento mutuo y Segreo, junto a una serie de colegas, produjo un volumen donde trataron de dilucidar cuál nombre darle al fenómeno. Bien temprano le tomó el gusto a los temas universales. Justo en ese estadio, hizo su tesis doctoral sobre la Iglesia Católicaen Cuba y descubrió un universo poco explorado que lo retaba. Tal tránsito duró cerca de una década de su vida profesional y dejó estigma. Segreo iba de lo general a lo particular. La vida se le agotó antes que despertara su gusto por la provincia.
Abreu: Cómo tú juzgas la obra de Segreo en el marco de los estudios de historia cubana.
 Minervino: La mayoría de los colegas que he entrevistado coinciden en señalar un gran mérito en la labor de Segreo. Fue vindicatoria. Sacó del ostracismo a figuras, corrientes de pensamiento y objetos de estudio soslayados, considerados tabú y largamente silenciados. Yo agregaría, para una versión integradora de la Historia de Cuba hay que indagar en todos los recovecos del pasado, en los que parecen más cercanos y en aquellos que casi no reconocemos como nuestros. Después que se obtiene la información todos esos hallazgos deben entrar en interrelación, entonces saldrá una visión más dinámica y totalizante de la historia. Esta última parte conforma la porción del iceberg segreano que está sumergida.
Abreu: Es interesante que Segreo incursionó en temas que aparentemente no tienen conexión como la historia de la iglesia y Mañach. ¿Por qué esos saltos?
Minervino: Esto también está en la parte invisible del iceberg. Como meta suprema, Segreo tenía una Historia del Pensamiento Cubano. Él sabía que no lo lograría solo e invitó a varios colegas a incorporarse a su propósito. En su mayoría eran maestrantes y doctorantes que tutoraba y quienes iban llenando los espacios menos conocidos de los procesos históricos. La sistematización final sería obra suya. Mientras los ayudaba y esperaba por la conclusión de las diferentes tesis, él iba elaborando sus versiones propias sobre las porciones donde ya poseía la información. Así surgieron sus estudios sobre la Iglesia Católica y en torno a la figura de Jorge Mañach. Ambas temáticas eran partes de un todo, diría mejor, son dos piezas bien colocadas en un puzzle incompleto. Tienen como denominador común que entran en el desarrollo del pensamiento de la nación cubana, acelerándolo o retrasándolo, pero constituyen etapas imprescindibles para llegar a su pretendida obra mayor. Ahora el reto no es para Segreo, sino para sus tutorados. ¿Concluirán ellos la aspiración de Segreo?
 Abreu: Se habla de Segreo y su obra pero nos interesaría que te refirieras a su labor pedagógica, asunto menos tratado.
 Minervino: Efectivamente. Por lo que he podido conocer, Segreo, con toda la responsabilidad que lo caracterizó, comenzó a impartir docencia para socorrer impostergables necesidades económicas familiares, a ellas agregó la dignidad de quien escoge esa labor imbuido del más profundo sentido profesional. Primero se esmeró por saber. No concebía enseñar desde las movedizas bases del desconocimiento. Luego se preocupó por dar buenas clases en el aspecto metodológico y terminó por comprender que el modelo de profesional a formar estaría incompleto si no le impregnaba la pasión por la investigación. Conocimiento, metodología e investigación constituyen una tríada constante en su actividad pedagógica. De conjunto, debían formar a un profesional pensante, autodidacta y trasgresor en el plano del progreso científico.
 Segreo deslumbró a muchos por sus conferencias. Les impregnaba una lógica envidiable. Muchas veces lo vi periodizando y, mientras lo hacía, enseñaba a periodizar. Sabía jugar con la dimensión cronológica del tiempo y, al mismo tiempo, sistematizarla mediante la periodización. Algunas personas me dicen que en oportunidades descuidaba el detalle cronológico. Para serte sincero, yo no recuerdo las fechas y detalles de todos los procesos que estudio.
 Segreo me deslumbró a mí por su capacidad para generar la polémica. Mientras más candentes se ponían los debates, más "leña le echaba al fuego". Él no callaba a nadie porque sus ideas dejaran de coincidir con las de él, es más, poseía esa rara cualidad de saber escuchar, cuando digo escuchar no me refiero al acto pasivo de oír. Al final, tan fresco como una lechuga, daba unas conclusiones "personales". No las imponía a nadie y cualquier enfoque que hubiese existido en las discusiones, era válido.
 Abreu: ¿Nos puedes dar algún adelanto de tu investigación?
 Minervino: Compartiré contigo algo de mi "palo testimonial-biográfico". La dimensión humana de Segreo es inconmensurablemente más extensa que la académica. Hay pasajes en su niñez que cualquier novelista envidiaría. ¡Cuanta grandeza familiar! ¿Sabías que Segreo gustaba de la escritura rimada? Para el estudio del pensamiento cubano Segreo dejó una formulación de sus problemas, los principios metodológicos para abordarlo y una propuesta de periodización. ¿A que no te imaginas para qué está sirviendo la obra de Segreo? ¿Qué triunfó en Segreo, la adversidad o su espíritu retador? De estas y otras cosas trata el libro que estoy escribiendo.
Abreu: ¿Dejó Segreo alguna obra inédita? ¿Existe alguna editorial interesada en su publicación?
 Minervino: Dejó dos libros. Su familia está en contacto con algunas editoriales para lograr la publicación. No digo más.
Abreu: Sé que trabajaste con Segreo, fuiste su amigo y estuviste cerca de él, de su esposa Margarita, de sus hijos, hasta sus últimos momentos, en ese sentido quisiera que te acercaras al tema de su vida en lo cotidiano, de tus recuerdos personales, en fin esas preguntas que no se hacen, pero están presentes.
Minervino: Fui uno de sus tantos amigos, porque Segreo fue amigos, amigos, amigos, amigos y todavía muchísimos amigos más. Mientras más los quería, más se fajaba con ellos... (donde dije "fajaba" digo "polemizaba"). Estar en ese círculo era ganar un lugar en la consideración de su familia. Cuando quieras saber lo que es hospitalidad y desinterés ve al hogar de Segreo. En ese círculo se incluyó un grupo de jóvenes talentosos y deseosos de ayudar a Segreo. De tutorados pasaron a ser parte de la familia. Puedes preguntarle a la viuda o a los hijos los nombres y apellidos de cada uno, el tema de la tesis, los problemas que confrontaban en su estructuración, las bondades y dificultades familiares que cada uno tenía... Así de grande es el núcleo que hoy atesora la memoria de Segreo. Esos muchachitos fueron quienes organizaron las criollas "poninas" cuando el certificado médico no era emitido, porque Segreo estaba ingresado y, en esas condiciones, tú conoces que no se emiten certificados médicos. ¿Te imaginas cómo cobraría sus honorarios? Todavía más, los cheques de los premios que obtuvo, estaban a su nombre, debía cobrarlos personalmente... y él estaba ingresado. Todavía el 9 de abril de 2012, cuando su cuerpo dejó que la vida escapara, había premios sin cobrar. ¿Sabes de algún lamento que emitieran sus familiares por las estrecheces con que enfrentaron la lucha por la vida de Segreo? Creo que a eso le llaman estoicismo. Junto al montoncito de dinero, los muchachitos de la Universidad le entregaron un estímulo de optimismo, apoyo incondicional y deseos de pronta recuperación. La adversidad saqueó una existencia. Mira todo lo lindo con que no pudo cargar.
 Abreu: Cuando termines tu investigación ¿tienes algún compromiso con una editorial o institución para su publicación?
Minervino: Desde ahora estoy buscando editorial. Espero que la suerte me acompañe. En otro momento prometo contestarte otras preguntas, en este instante solo quisiera continuar trabajando.

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