expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

Translate

miércoles, septiembre 25

Vivencias de la entrevista



Jamás me ha gustado adoctrinar sobre asuntos metodológicosen la investigación. No porque los obvie cuando realizo esa labor, sino porque he conocido a sagaces metodólogos que proclaman su relativa importancia con la frase “la metodología no es una camisa de fuerza”, pero en la práctica cuesta trabajo escucharlos hablar de otra cosa. Presentarles cualquier fruto de nuestra labor investigativa, en busca de retroalimentación, significa colarse por el fino tamiz metodológico de sus concepciones. Para colmo, la mayoría de las veces obvian el contenido de lo expuesto, que, a la larga, es nuestro interés mayor.

Si al hablar hoy de la entrevista, en contra de mi voluntad, toco alguna arista metodológica, será por pura casualidad. A la larga, mi distanciamiento con la metodología no es absoluto. Muchos consejos pueden emitir los metodólogos sobre la entrevista. Hoy solo pretendo compartir algunas experiencias en busca de intercambio.

Los primeros libros de mi autoría estuvieron basados en las entrevistas: Columna 32 yMisión especial de operaciones. Como parte de un equipo de investigadores holguineros, indagamos durante varios años sobre la etapa insurreccional cubana ocurrida en los años 50. Los testimoniantes, por lo común, resultaron “héroes” de aquella contienda. Cierto es que también entrevistamos a quienes se les enfrentaron y a personas que solo presenciaron la contienda desde las gradas de la historia, para emplear un término deportivo.

Como héroes, aquellos hombres habían sido entrevistados en múltiples oportunidades. Tantas entrevistas concedieron algunos de ellos, que llegaron a elaborar una versión personal de los hechos y la repetían, de cabo a rabo, a uno y otro entrevistador. De esa manera, su testimonio fluía con una facilidad extraordinaria.

Por la metodología se conoce que cada fuente tiene su propia crítica, - como ven, no odio tanto a la metodología – la crítica se aplica tanto a las fuentes orales como a las documentales o de otro tipo. Muchas versiones surgidas de aquellas entrevistas emergían cargadas del manto épico de los protagonistas. Nuestra labor de crítica comenzaba, justamente, por ahí, por buscar al ser humano capaz de convertirse en héroe, pero conformado por fibras urdidas en la cotidianeidad de su vida.

Hoy estoy inmerso en un nuevo proyecto testimonial. Quienes han seguido este blog conocen que he dedicado más de un post a la obra de mi amigo y colega Rigoberto Segreo. En uno de ellos inserté una pequeña entrevista que me concedió. Como historiador recibió múltiples galardones antes de fenecer y llegó a miembro de la Academia de la Historia de Cuba. Una personalidad como esa merece estudiarse y darla a conocer a la comunidad a la que perteneció y para la cual trabajó.

Aquí quiero insertar lo diferente de estas entrevistas. Segreo y todas las personas que convivieron y se relacionaron con él, aun teniendo momentos sumamente emotivos, los vivieron como parte de su vida cotidiana. Acuden a la entrevista para tratar la vida diaria que sirvió de contexto a aquellas relaciones, la que se carga de heroísmo solo al paso de los años, con el recuento, la añoranza y el deseo de no haber vivido infructuosamente.

No existe en ellos una versión personal prefabricada. Deben hilvanarla frente a la grabadora. Cierto es que les doy algunos temas previos sobre los cuales intercambiaremos, son una mera guía, pero todo discurre espontáneamente. Ese es el sello de estas entrevistas.

¿Significa que no debo realizarles ninguna crítica? Para nada ofenderé a los metodólogos. Ya afirmé que toda fuente tiene su crítica. ¿Por dónde discurre la crítica a estas entrevistas? Pienso que hay varios factores. Segreo fue un intelectual polémico. Polemizó con cuanta persona le aceptó el intercambio de ideas divergentes, me incluyo entre ellas. Para algunas personas, hoy resulta difícil rememorar aquellos intercambios. El velo de la “ética”, no pocas veces, cubre los planteamientos de los entrevistados.

Alabo esa actitud, pero investigativamente tienden a construir un Segreo plano, sin el filo de su palabra y de sus actos. Segreo merece más. De ahí esta pequeña reseña. Muchos colegas sabrán, y deseo que lo hagan, aconsejarme en este nuevo proyecto que he emprendido. No tema, puedo polemizar, pero no rechazar de plano cualquier idea aunque no la comparta.

Mi invitación a reflexionar sobre la entrevista está abierta.

No hay comentarios: