Quienes han seguido PensamientoIberoamericano conocen que a la figura de Rigoberto Segreo le he dedicado másde una entrada. Siempre he destacado su amor por la diversidad y la polémica.
Hoy ofrezco mi opinión actualizada.
A finales del 2013, mi colega y amigo
José Abreu Cardet, conocedor del emprendimiento en que me encuentro desde el
2012, me solicitó unas primicias del trabajo y terminé siendo entrevistado.
Abreu publicó sus
interrogantes y mis respuestas en el sitio web de la emisora Radio Angulo.
Muchos navegantes las han consultado, pero no ha llegado a mayor cantidad de
personas que pueden interesarles. Hoy las transcribo aquí.
Abreu: Estas haciendo un estudio biográfico de Segreo. Me sorprende que hagas un
libro testimonio. No creo que sea muy frecuente hacer ese tipo de obra sobre un
intelectual. ¿Por qué un estudio testimonial y no una biografía más
tradicional?
Minervino: Desde hace mucho tiempo soy alérgico a la biografía. Además del aire
monótono y cierta unilateralidad que proviene del autor, hay un elemento con el
cual discrepo: la mayoría de las biografías son apologéticas; más que seres
humanos, los biografiados son apologetizados y elevados a la categoría de
verdaderos dioses. No pocas grandes personalidades han perdido su
"filo" renovador en esos intentos, otras, por el contrario, salen tan
edulcoraditas de la pluma del escritor que más que leerlas, a veces sería
preferible chuparlas.
La recreación de momentos
importantes en la vida de una persona, mediante testimonios, brinda más de una
óptica al respecto. Enriquece los prismas de aproximación porque permite
visiones críticas junto a opiniones más favorables. Desde mi punto de vista,
hace al personaje más humano y pone al lector en un diálogo participativo con
cada una de las opiniones que se le brindan. Lo pone a pensar.
Hay otro elemento de tremenda
importancia. Había una vez un grupo de adoradores de Clío. Ante la noticia de
un concurso decidieron estrechar sus esfuerzos y presentar un trabajo. ¿Sabes
qué género escogieron? El testimonio. Buena, regular o mala surgió una cosa que
nombraron La Columna
32... cuando lees el nombre de sus autores te encuentras a Elia Síntes, Dolores
Feria, José Murt, José Abreu y Minervino Ochoa. Nada, que el empeño no es nuevo
en mi.
En el caso de Segreo, existen
motivos más poderosos. Él fue un buen ensayista. Para mejor honrarlo, más que
una biografía, debía dedicársele un ensayo sobre su producción... o quizás
varios. Sin embargo, en algún lugar he escrito que la obra publicada por él,
hasta el momento de su muerte, es solo la parte visible de un iceberg. Fuera de
la vista de muchos quedaron libros inéditos. Pueden estar mejor o peor
logrados, pero también son parte de su legado intelectual.
Consideraría algo poco ético de mi
parte, lanzar opiniones sobre proyectos de libro semi o inconclusos y, hasta
concluidos, pero esperando revisión. El corazoncito escribiente de Segreo
también gozaba cuando daba un "palo historiográfico" ¿tengo yo
derecho a truncar esa aspiración? Por supuesto que no. Esperemos que las
editoriales pongan en blanco y negro lo que quedó, después se podrá
"ensayar".
Abreu: ¿No crees que es sorprendente que Segreo se inició en sus estudios de
historia sobre temas considerados nacionales? Por regla los historiadores de
"provincia" se inician en el oficio en las historias locales.
Minervino: Nuestro amigo, el guajirito de Velasco, entró a las ciencias históricas
por sus versiones más universales. Él comenzó impartiendo Historia Antigua.
Incluso, creo que ejerció su magisterio primero en Historia de la Edad Media, de África y
de Asia antes de incursionar, tiza y borrador en mano, en la Historia de Cuba. El
primer libro que escribió fue un encargo. Recuerda que se iba a conmemorar el
Medio Milenio del
encuentro-encontronazo-descubrimiento-encubrimiento-descubrimiento mutuo y
Segreo, junto a una serie de colegas, produjo un volumen donde trataron de
dilucidar cuál nombre darle al fenómeno. Bien temprano le tomó el gusto a los
temas universales. Justo en ese estadio, hizo su tesis doctoral sobre la Iglesia Católicaen Cuba y descubrió un universo poco explorado que lo retaba. Tal tránsito duró
cerca de una década de su vida profesional y dejó estigma. Segreo iba de lo
general a lo particular. La vida se le agotó antes que despertara su gusto por
la provincia.
Abreu: Cómo tú juzgas la obra de Segreo en el marco de los estudios de historia
cubana.
Minervino: La mayoría de los colegas que he entrevistado coinciden en señalar un gran
mérito en la labor de Segreo. Fue vindicatoria. Sacó del ostracismo a figuras,
corrientes de pensamiento y objetos de estudio soslayados, considerados tabú y
largamente silenciados. Yo agregaría, para una versión integradora de la Historia de Cuba hay que
indagar en todos los recovecos del pasado, en los que parecen más cercanos y en
aquellos que casi no reconocemos como nuestros. Después que se obtiene la
información todos esos hallazgos deben entrar en interrelación, entonces saldrá
una visión más dinámica y totalizante de la historia. Esta última parte
conforma la porción del iceberg segreano que está sumergida.
Abreu: Es interesante que Segreo incursionó en temas que aparentemente no tienen
conexión como la historia de la iglesia y Mañach. ¿Por qué esos saltos?
Minervino: Esto también está en la parte invisible del iceberg. Como meta suprema,
Segreo tenía una Historia del Pensamiento Cubano. Él sabía que no lo lograría
solo e invitó a varios colegas a incorporarse a su propósito. En su mayoría
eran maestrantes y doctorantes que tutoraba y quienes iban llenando los
espacios menos conocidos de los procesos históricos. La sistematización final
sería obra suya. Mientras los ayudaba y esperaba por la conclusión de las
diferentes tesis, él iba elaborando sus versiones propias sobre las porciones
donde ya poseía la información. Así surgieron sus estudios sobre la Iglesia Católica
y en torno a la figura de Jorge Mañach. Ambas temáticas eran partes de un todo,
diría mejor, son dos piezas bien colocadas en un puzzle incompleto. Tienen como
denominador común que entran en el desarrollo del pensamiento de la nación
cubana, acelerándolo o retrasándolo, pero constituyen etapas imprescindibles
para llegar a su pretendida obra mayor. Ahora el reto no es para Segreo, sino
para sus tutorados. ¿Concluirán ellos la aspiración de Segreo?
Abreu: Se habla de Segreo y su obra pero nos interesaría que te
refirieras a su labor pedagógica, asunto menos tratado.
Minervino: Efectivamente. Por lo que he podido conocer, Segreo, con
toda la responsabilidad que lo caracterizó, comenzó a impartir docencia para
socorrer impostergables necesidades económicas familiares, a ellas agregó la
dignidad de quien escoge esa labor imbuido del más profundo sentido
profesional. Primero se esmeró por saber. No concebía enseñar desde las
movedizas bases del desconocimiento. Luego se preocupó por dar buenas clases en
el aspecto metodológico y terminó por comprender que el modelo de profesional a
formar estaría incompleto si no le impregnaba la pasión por la investigación.
Conocimiento, metodología e investigación constituyen una tríada constante en
su actividad pedagógica. De conjunto, debían formar a un profesional pensante,
autodidacta y trasgresor en el plano del progreso científico.
Segreo deslumbró a muchos por
sus conferencias. Les impregnaba una lógica envidiable. Muchas veces lo vi
periodizando y, mientras lo hacía, enseñaba a periodizar. Sabía jugar con la
dimensión cronológica del tiempo y, al mismo tiempo, sistematizarla mediante la
periodización. Algunas personas me dicen que en oportunidades descuidaba el
detalle cronológico. Para serte sincero, yo no recuerdo las fechas y detalles
de todos los procesos que estudio.
Segreo me deslumbró a mí por
su capacidad para generar la polémica. Mientras más candentes se ponían los debates,
más "leña le echaba al fuego". Él no callaba a nadie porque sus ideas
dejaran de coincidir con las de él, es más, poseía esa rara cualidad de saber
escuchar, cuando digo escuchar no me refiero al acto pasivo de oír. Al final,
tan fresco como una lechuga, daba unas conclusiones "personales". No
las imponía a nadie y cualquier enfoque que hubiese existido en las
discusiones, era válido.
Abreu: ¿Nos puedes dar algún adelanto de tu investigación?
Minervino: Compartiré contigo algo de mi "palo testimonial-biográfico".
La dimensión humana de Segreo es inconmensurablemente más extensa que la
académica. Hay pasajes en su niñez que cualquier novelista envidiaría. ¡Cuanta
grandeza familiar! ¿Sabías que Segreo gustaba de la escritura rimada? Para el
estudio del pensamiento cubano Segreo dejó una formulación de sus problemas,
los principios metodológicos para abordarlo y una propuesta de periodización.
¿A que no te imaginas para qué está sirviendo la obra de Segreo? ¿Qué triunfó
en Segreo, la adversidad o su espíritu retador? De estas y otras cosas trata el
libro que estoy escribiendo.
Abreu: ¿Dejó Segreo alguna obra inédita? ¿Existe alguna editorial interesada en
su publicación?
Minervino: Dejó dos libros. Su familia está en contacto con algunas
editoriales para lograr la publicación. No digo más.
Abreu: Sé que trabajaste con Segreo, fuiste su amigo y estuviste cerca de él, de
su esposa Margarita, de sus hijos, hasta sus últimos momentos, en ese sentido
quisiera que te acercaras al tema de su vida en lo cotidiano, de tus recuerdos
personales, en fin esas preguntas que no se hacen, pero están presentes.
Minervino: Fui uno de sus tantos amigos, porque Segreo fue amigos, amigos, amigos,
amigos y todavía muchísimos amigos más. Mientras más los quería, más se fajaba con
ellos... (donde dije "fajaba" digo "polemizaba"). Estar en
ese círculo era ganar un lugar en la consideración de su familia. Cuando
quieras saber lo que es hospitalidad y desinterés ve al hogar de Segreo. En ese
círculo se incluyó un grupo de jóvenes talentosos y deseosos de ayudar a
Segreo. De tutorados pasaron a ser parte de la familia. Puedes preguntarle a la
viuda o a los hijos los nombres y apellidos de cada uno, el tema de la tesis,
los problemas que confrontaban en su estructuración, las bondades y
dificultades familiares que cada uno tenía... Así de grande es el núcleo que
hoy atesora la memoria de Segreo. Esos muchachitos fueron quienes organizaron
las criollas "poninas" cuando el certificado médico no era emitido,
porque Segreo estaba ingresado y, en esas condiciones, tú conoces que no se
emiten certificados médicos. ¿Te imaginas cómo cobraría sus honorarios? Todavía
más, los cheques de los premios que obtuvo, estaban a su nombre, debía
cobrarlos personalmente... y él estaba ingresado. Todavía el 9 de abril de
2012, cuando su cuerpo dejó que la vida escapara, había premios sin cobrar.
¿Sabes de algún lamento que emitieran sus familiares por las estrecheces con
que enfrentaron la lucha por la vida de Segreo? Creo que a eso le llaman
estoicismo. Junto al montoncito de dinero, los muchachitos de la Universidad le
entregaron un estímulo de optimismo, apoyo incondicional y deseos de pronta
recuperación. La adversidad saqueó una existencia. Mira todo lo lindo con que
no pudo cargar.
Abreu: Cuando termines tu investigación ¿tienes algún compromiso
con una editorial o institución para su publicación?
Minervino: Desde ahora estoy buscando editorial. Espero que la suerte me acompañe. En
otro momento prometo contestarte otras preguntas, en este instante solo
quisiera continuar trabajando.
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