Hoy finalizamos con las últimas preguntas que JoséAbreu me realizara en la entrevista sobre mi libro
Resurrección holguinera de J. M. Keynes. ¡Cuán difícil es para un padre valorar
en público la educación de su hijo! Así pienso tras el un, dos, tres de las
jornadas de preguntas anteriores y ahora tener que enfrentar la parte final de
estos cuatro trabajos.
¿Sabes el tema sobre el que giraron sus preguntas?
Nada más ni nada menos que me obliga a exponer una valoración sobre la
trascendencia del libro. Eso es algo que tenía reservado para torturar a mis
cansadas entendederas, pero Abreu quiere
hacerte partícipe de lo que pienso sobre lo que yo mismo hice.
¡Allá va eso! Pero espero que tú también opines.
Tienes la oportunidad de dejar tu comentario.
JAC: ¿Crees que tu libro impactó en el mundo académico holguinero y
cubano?
MOC: Vamos a ser francos, los libros de historia tiene pocos
lectores y los de historia económica todavía menos. Con el perdón de mis
colegas haré un deslinde. El gran best seller historiográfico holguinero fue Carlos Borjas. Un hombre de su pueblo,
de nuestro colega y amigo, ya fallecido, José Murt Mulet. Su trascendencia fue
más popular que académica. Antes que él, se armó cierto revuelo entre los
historiadores con El fondo cultural
holguinero de Jorge González. Tú sabes que alguien con capacidad de
decisión se atemorizó y mató la polémica cuando mejor estaba.
Ahora ha levantado algunas
opiniones contrapuestas el trabajo sobre García Holguín escrito por José Novoa, no por el resultado historiográfico
mismo, que yo lo considero meritorio, - demostró el dinamismo de la verdad
histórica - sino por el uso que se le ha dado, absolutizando en conmemoraciones
lo que no está probado. Tú sabes que de la historia se hace uso y abuso
Creo que en el resto de Cuba muy
pocos saben que en Holguín alguien escribió un libro titulado Resurrección holguinera de J. M. Keynes.
JAC: Mirándolo desde ahora ¿Crees que tu libro está conectado con el
acontecimiento nacional? ¿Crees que es
un libro excepcional en la historia cubana?
MOC: Aunque parezca y, hasta lo sea, presunción mía, te voy a
revelar la opinión de un experto. Oscar Pino Santos me dijo más o menos así:
“Ojalá y en Cuba se escribieran muchos libros como éste. Entonces sí tendríamos
una historia nacional”. Claro, después hizo unas críticas muy bien argumentadas
y poco favorecedoras, pero yo me las voy a reservar.
También he escuchado a un
carismático historiador expresar que la historia nacional es una suma de las historias
locales y regionales. Que me perdone, creo que está muy cerquita, mas le faltó
puntualizar, no es una suma, es una interrelación. Desde esta última visión te
diría, Resurrección… tiene conexión,
pero no es el acontecimiento nacional.
De excepcional solo tiene el
título. Los menos conocedores de la corriente de pensamiento keynesista se preguntan
qué hace ese matemático y economista inglés mezclado con Holguín, si nunca lo
visitó en vida. La respuesta está en sus páginas, lástima que ya se agotó.
JAC: Si te encontraras una máquina del tiempo ¿que harías o que no
harías de la investigación?
MOC: ¡Ojalá y apareciera el aparato! En Resurrección… hay un problema de comunicación al que nunca le
encontré la punta, aun cuando consulté a varios entendidos de mi época. El
capitulario se compone de los sectores que yo determiné como componentes de la
estructura holguinera y, dentro de cada uno, aparece su desempeño en cada fase
de la crisis cíclica.
En una versión anterior yo había
hecho las cosas atendiendo al tiempo. Ponía lo que ocurría en cada sector
dentro de una misma fase. Cualquiera de las dos variantes fragmenta la
información y produce cierta desorientación para los lectores menos versados en
historia económica.
Una vez intenté hacer una tercera
variante pero tampoco sirvió. Por eso, ¡mándame esa maravilla de saltar en el
tiempo! para ver cómo los historiadores del futuro resolverán cosas de esa
índole.
JAC: ¿Actualmente se hacen ese tipo de investigaciones en Holguín o en
otras provincias?
MOC: Fuera de Holguín no se. Dentro de Holguín un poquito. Paralelo
en el tiempo con mi investigación, Rafael Cárdenas ha realizado estudios
interesantes de historia económica holguinera para los inicios del siglo XX,
espero que el entusiasmo lo sostenga en la tarea, y más ahora, cuando los
primeros resultados comienzan a publicarse. Sé de algunos profesores que
quieren escribir una Historia Económica de Holguín, pero pretenden sacarla de
un tirón, eso es como un parto y desconozco cuanto estén dispuestos a pujar.
Espero que no tomen estas palabras con desaliento, sino como una invitación a
redoblar el ahínco.
JAC: ¿Tienes alguna anécdota sobre los momentos de la investigación?
MOC: Hay anécdotas para gozar, pero ocurrieron frente a pocos
concurrentes y prefiero reservármelas, han tenido poca trascendencia y carezco
de razones para divulgarlas con más amplitud. Solo te adelantaré algo muy
general, yo presenté los resultados parciales de esta investigación a
diferentes eventos y concursos. ¡Me encantan los premios! y también la
retroalimentación. En esos cónclaves encontré dos actitudes: o todo el mundo me
escuchaba indiferente y cuando terminaba mi exposición nadie opinaba, o me
hacían unas críticas demoledoras acusándome de “batistiano”.
Todavía hoy, tratar aspectos
vinculados a la figura de Batista provoca la aparición de fantasmas en algunas
mentes. Enseguida adoptan posiciones de censores, muy censurables por cierto.
Solo pondré un ejemplo que todos los cubanos que sintonizaban Telerebelde ese día pudieron
presenciarlo. Yo no tengo la culpa de que condujeran la situación por aquellos
derroteros en un medio que llega a tantas personas como la televisión. Dejo a quien lea esto el arribo a
conclusiones.
Durante una mañana del 2008, yo
veía el programa Buenos días, que
trasmite ese canal. Su conductor entrevistó al director de la
revista Temas. Él iba a presentar un
número de esa publicación que contenía mi artículo Vistazo a un ajuste imposible,
donde yo abordo la temática tratada en este cuestionario al que me has
sometido. El “muy informado” entrevistador le preguntó algo más o menos así
“¿Es verdad que algunos trabajos pretenden rescatar la figura de Batista?”. El
director de la revista, Rafael Hernández, como hombre de pensamiento profundo,
se abstuvo de endilgarle etiquetas a ninguno de los autores que aparecíamos en
el referido número, salió del asunto hablando de lo que mejor le pareció, menos
de los supuestos autores que “pretenden rescatar la figura de Batista”.
Aprovecho la oportunidad para
ponderar la manera con que el Dr. Pedro PabloRodríguez comentó el material de marras en la tertulia que la revista
realizó en su sede. No estuve allí, pero algunos amigos presentes me refirieron
la valoración objetiva y desprejuiciada que él realizó. No he tenido la suerte
de coincidir con él en ningún lugar después de eso. En tal virtud, desde mi
humilde Holguín le envío mi sincero agradecimiento. ¡Gracias Pedro Pablo!
JAC: ¿Como lograste escribir de esa forma que hace de tu libro como un pequeño
cocodrilo, que si te muerde ya no puedes escapar?
MOC: Parece que tenías ganas de leer cuando tomaste Resurrección… en tus manos. Tu opinión
es diametralmente opuesta a la que le he escuchado a otros lectores. Resulta
que la historia económica de este tipo utiliza muchos macroindicadores, y hasta
mesoindicadores, diría yo – desde luego, por este último término jamás me arriesgaría a perder la cabeza en una
guillotina, desconozco si tiene existencia objetiva en el léxico económico de
todos los días -, no siempre son comprensibles para los lectores menos avezados
en el tema y la lectura requiere de interrupciones constantes para apropiarse
de su significado en la página del libro donde aparecieron por primera vez. De
esa manera la comunicación se fragmenta mucho.
Mas, yo no puedo negar el mérito
de dos personas que me ayudaron enormemente con la corrección del estilo. Una
es la editora Hilda Suárez, persona ducha en el uso del lenguaje y muy experta
en eso de adaptarlo al papel para ser leído por terceros. Hildita hizo una
revisión envidiable y de una manera tan tierna y amable, que acepté la
corrección de mis errores sin sentirme
avergonzado.
La otra es mi amiga Carolina Gutiérrez. En un gesto encomiable, ella
aceptó revisarme el original sin pedir nada a cambio. Su labor fue exquisita y,
a la vez, muy divertida. Tengo la impresión de que, en algún momento de mi
vida, he imitado la redacción de José Martí.
Desde luego, de manera inconsciente y poco afortunada. Como reza el refrán:
quien imita fracasa. Martí es todo un maestro en el arte de introducir, en sus
escritos, comas seguidas de oraciones subordinadas. A mí se me ocurrió hacer
algo parecido, pero en lugar de una prosa limpia, ilustrada e ilustrable como
la del Maestro, me salió una verdadera lonagiza de palabras.
Cuando Carola se encontraba con
aquellos “rompementes o cabillas”, como ella los denomina, los señalaba en los márgenes del documento y continuaba la
lectura. Pero la situación se repetía de un párrafo a otro y todo parece
indicar que perdió la calma. En un arranque de incomodidad, allá por la segunda
o tercera página, puso entre signos de admiración “¡Use el punto y seguido! Hace millones de años que se inventó”.
Sin dudas fue la labor de ellas
dos la que afiló los dientes de tu cocodrilito.
JAC: ¿Como organizaste el trabajo con las fuentes? Hay una inmensa
cantidad de datos. ¿Contaste con computadoras u otros medios tecnológicos que
te facilitaran el trabajo?
MOC: En 1991 yo miraba las computadoras desde la distancia y con
temor. Todo lo hice como cuando tú y yo trabajamos juntos: a lápiz y papel. Los
fondos del Archivo Provincial de Historia de Holguín, el de Bayamo, Las Tunas,
Santiago de Cuba, el Archivo y la Biblioteca Nacional
y el de la Sociedad
Económica de Amigos del País aportaron información para
llenar kilómetros de pergaminos. Todavía hoy quedan varios miles de fichas en
mi casa que me han tenido en constante lucha contra los insectos que se
alimentan de la celulosa. Al unísono, me sumergí en cuanta fuente teórica me
indicaban para hacer historia económica.
Según pasó el tiempo logré acceso
y una relación más “amigable” con las computadoras. Mi hermano me preparó un
programa para una base de datos personalizada. Para serte sincero, pasé más
trabajo aprendiendo a utilizarla que los resultados que pude sacarle.
No obstante, los colegas del
Pedagógico me enseñaron mucho en lo referente a diseño muestral, uso de
recursos estadísticos, etc. Por cierto, un día comparé los resultados de uno de
aquellos métodos muestrales con los números obtenidos en esa misma porción de
las fuentes pero a población completa. Descubrí que se alteraban los resultados
bastante. Aquello provocó la conformación y prueba inmediata de trece diseños muestrales, uno tras otro y
todos con el mismo problema. Me dio mucha pena con los colegas que me ayudaban
y nunca se los confesé, pero decidí realizar el grueso del trabajo a población completa,
porque estaba empleando más tiempo en encontrar el diseño correcto que en
ponerme a fichar el contenido.
Ya para 1999 llegué a trabajar a la Universidad y
establecí una relación entrañable con las computadoras, entonces logré dejar a
un lado buena parte de los papeles. Con el acceso a Internet, en el 2000,
comencé a familiarizarme con trabajos realizados más allá de nuestras
fronteras, por historiadores económicos, sobre la economía latinoamericana y
cubana. Con algunos especialistas foráneos logré intercambios por email. Por
suerte, el borrador del libro Resurrección…
se hizo en computadora.
JAC: ¿Tienes planes de seguir ese trabajo de estudio económico en otros
periodos?
MOC: Temáticamente, Resurrección…
es Holguín entre 1945 y 1958 porque yo incluí los antecedentes para establecer
la tendencia de la estructura económica en el momento del golpe de estado de
1952. Todavía en ese momento yo no tenía información sobre el comportamiento
bancario. Después de publicarse el libro en el 2002, yo continué mis búsquedas,
sobre todo en los centros de información de la capital cubana.
Hoy tengo un volumen de
información amplio, que me permite sostener la tesis de que las secuelas de la
crisis estructural provocaron dos posiciones en la oligarquía, una tradicional,
propensa a dejar las cosas tal como estaban porque eran suficientemente fuertes
para contrarrestarlas por si mismos y según ellos, el capitalismo no peligraba,
También hay otra de reajuste, ya la he explicado. Ambas posiciones se
contrapusieron y obstaculizaron mutuamente, mientras, la contrahegemonía
revolucionaria aprovechó ese tiempo histórico para cohesionarse y lanzarse a la
lucha hasta derrocar al capitalismo en Cuba.
Desde el 2012 trabajo en un
libro, o en varios, que tentativamente se llamará, o compartirán parte de este
título, El reajuste fallido del
capitalismo cubano. El material todavía está fresco, a veces me siento
tentado a presentarlo en más de un volumen que traten El reajuste soslayado del capitalismo cubano, sobre el periodo
entre 1920 y 1925; El reajuste espontáneo
del capitalismo cubano, para los hechos ocurridos entre 1926 y 1933; El reajuste incompleto del capitalismo
cubano que trataría los acontecimientos entre 1934 y 1952 y El reajuste urgente del capitalismo cubano dedicado al
intervalo entre 1952 y 1958.
Como ves, ya tengo ínfulas de
historiador “nacional”.
JAC: Si a alguien le interesa el tema ¿cómo se podría comunicar contigo?
MOC: Dada la situación por la que atravieso en estos momentos,
dependo de Internet para la comunicación. La vía más expedita es la página
“Contáctame” de mi blog. Su url es http://pensamientoiberoamericano.blogspot.com.
Cualquier visitante será bien recibido. Hasta le he reservado un obsequio.
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