El pensamiento sabe revelar sus
propios códigos. En oportunidades, cuesta trabajo comprenderlos pero,
finalmente, terminan esclareciéndonos. Ese es el mérito fundamental que le
encuentro al documental Sobre las tablas
de la vida de los realizadores Sandra Fagales, Laurén Céspedes, Raúl
Algarín y Rodolfo Ramírez del Grupo de Tecnología Educativa, del Departamento
de Comunicación Institucional, de la Universidad de Holguín.
Los veinte minutos de imágenes
en movimiento dan al espectador las claves para entender las concepciones
historiográficas y revolucionarias del Dr. C. Rigoberto Segreo Ricardo.
Fragmentos de intervenciones del finado, felizmente conservadas, unidos a las
opiniones de cinco colegas y dos familiares, hábilmente mezcladas en forma de
conversación, son suficientes para rendir un mínimo tributo a la bien ganada
admiración que este intelectual se ha ganado.
Sus virtudes pedagógicas en la
formación de generaciones, los aportes historiográficos de sus dos últimos
libros, su carácter trasgresor en el abordaje de cualquier problema de la
realidad con intenciones de revolucionar y el compromiso social del intelectual
constituyen los ejes temáticos fundamentales para los realizadores.
Segreo es presentado en su
dimensión polémica y como polemista comprometido. Tan comprometido, que asume
los riesgos de su compromiso sin temores de ninguna índole. Cuando se trabaja
para una sociedad las inconformidades en el hacer no deben callarse.
Condenarlas al silencio es ser cómplice de una torcedura en la ruta elegida. El
compromiso y la honestidad terminan por levantar la voz del intelectual. Ese es
el mensaje del material en boca de Rigoberto y los demás testimoniantes.
Cuando esta medular faceta de
Segreo sale a la luz, comprendemos, de manera diáfana, el motivo de las
querellas que protagonizó en vida. Pudo no tener la razón siempre, pudo estar
equivocado en la mayoría de las ocasiones. Como hombre apasionado pudo
exaltarse en demasía, pero la brújula que guiaba su comportamiento lo exime de
cualquier interpretación no alineada. Cuba y su proceso en desarrollo estaba en
su corazón y en sus neuronas. Los defendía cual padre que forma a un hijo como
una persona de bien. No admitía manchas en una obra para el porvenir.
El documental llega en buen
momento. Segreo extinguió su existencia pero se prolonga en su actividad
intelectual. Quienes desean una Cuba de marcha atrás quisieran tomarlo como
bandera. Quienes en alguna ocasión difirieron de sus opiniones pueden hasta
olvidarse de él y dejárselo a los otros. Quienes bebimos de sus esencias
sabemos que es nuestro, cubano, revolucionario, incorruptible, incallable y lo
mantendremos a nuestro lado.
¡Gracias a estos jóvenes
realizadores por tan oportuna y valiosa obra!
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