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lunes, diciembre 22

¡Volvieron!



Volvieron los tres antiterroristas cubanos recluidos  en  prisiones estadounidenses. Antes habían llegado los dos que completaban Los cinco. Con ellos volvieron las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos de América. Volvieron las esperanzas de tolerarnos nuestras diferencias y envolvernos en un abrazo de pueblos.
Volvieron y, al volver, he reflexionado y me he interrogado. ¿Sabré vivir en un país que mantenga relaciones diplomáticas con Estados Unidos? Casi llego a los 60 años de edad y más de 50 los he vivido con los míos, en medio del Caribe y con escasa esperanzas de que un día se restablecieran esas relaciones. Casi había pensado que sería un privilegio que disfrutarían solo mis nietos.

Volvieron los vínculos diplomáticos, pero ahora en condiciones diferentes, de igual a igual, sin imposiciones ni subordinaciones, sin las taras del pasado que, al intentar removerlas, terminaron con la ruptura de relaciones. ¿Verdad que es para pensar cómo vivir así?

Volvieron los antiterroristas por quienes un día coloqué una cinta amarilla en este blog. Uno de ellos había recordado  la película del reo, que una vez  liberado, busca a su amada y encuentra los árboles colmados de cintas amarillas. Coloqué la mía como una invitación a los estadounidenses amantes de Washington  y capaces de respetar a Martí. A ellos, cuya acción era necesaria para convencer a quienes se negaban a la felicidad de los familiares de los hombres detenidos y a la de las familias divididas. Por eso la mantendré. Porque todo no se ha conquistado todavía y lo que falta hemos de andarlo juntos. Pero la cinta continuará también como una invitación a la amistad, a resolver las diferencias mediante diálogo y no a través de las rupturas. 

Volvieron también las esperanzas de que un día desaparezca ese dinosaurio de la guerra fría que es el bloqueo económico. Cuando termine podré navegar por internet sin que algunos sitios me impidan el acceso con ese cartelito de “lo sentimos pero por su ubicación geográfica no tiene acceso a este material”. Quizás no llegue a citarlo con exactitud, pero  esa es la esencia del mensaje. ¡Cuánto lo odio! A él y al acceso a las listas de países que colocan determinados sitios web para señalar el lugar al que pertenece el navegante.  Se imagina usted cuánto desencanto experimentaría si descubre que el nombre de su patria no está incluido en ella porque alguien, por puros propósitos políticos, la incluyó en otra lista donde se le acusa de terrorista. Odio, por encima de todo, a la lentitud con que cargan las páginas en Cuba porque nuestro acceso es mediante satélite.  Internet es estadounidense y nos ha estado vedada, solo logramos acceso mediante terceros.

Volvieron, pero todavía hay mucho por hacer. Por lo pronto, a los hombres y mujeres que viven al norte del canal de La Florida les reitero mi invitación al diálogo y la amistad. Para ustedes continúa colocada la cinta amarilla en mi blog. Cuando veo las estadísticas me percato que, luego de Cuba, es desde su territorio donde mayor número de visitantes acuden a esta bitácora. Tal vez algunos no realicen comentarios por la política antispam de blogger que obliga a registrase en google+ para poder realizarlos, otros quizás tengan motivos diferentes. De una u otra manera, los acontecimientos que ocurren demuestran que se pueden esperar mejores relaciones entre nosotros.

Volvieron y doy gracias a todos los que colaboraron para que ocurriera el retorno. Con el perdón de los anuncios oficiales, yo le remito un agradecimiento especial al presidente de Uruguay, Mujica+, por lo que hizo y por la humildad con que permaneció callado cuando vio que para él no existían menciones de agradecimiento. 

Volvieron. Nunca antes había tenido tantas ganas de escribir y nunca antes me había costado tanto trabajo hilvanar las palabras. 

Volvieron las posibilidades de soñar  utopías levantadas entre nuestros dos pueblos.

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