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viernes, febrero 4

La negación del sujeto científico individual

El investigador siempre realiza una labor social. Puede existir quien niegue esta realidad. Quizás influya en esa negativa el ambiente de brega personal donde determinados científicos han desplegado su faena.

Varios factores sirven de argumento al carácter social de la ciencia. El primero de ellos está dado por la conformación del ideal gnoseológico. Esa especie de blanco a donde apuntar. En su conformación juegan un papel primordial necesidades sociales.

La búsqueda de soluciones científicas es común que se formule dentro de instituciones. Es difícil encontrar un país en el cual esta actividad se conciba fuera de programas y proyectos. Tal procedimiento resulta indispensable para la búsqueda de fondos. El dinero, difícilmente, aparezca si no está destinado a satisfacer intereses organizacionales, cuyo fin último es la sociedad.

La aceptación de un nuevo conocimiento siempre transcurre con la búsqueda, al menos, de un consenso en la comunidad científica. Particular realce alcanzan para ellos los eventos, redes de trabajo, publicaciones y variados instrumentos y escenarios.

Cierto es que la subjetividad tiene una presencia imposible de obviar. Ello determina que el consenso logrado sea conflictivo, a pesar de los aspectos donde hayan aparecido acuerdos.

Por otro lado, el nuevo conocimiento arrojado por la investigación, para cumplir con las demandas institucionales, debe transgredir las fronteras del científico o el grupo de investigadores. Generalmente, pasa a estructurarse en programas educacionales.

Dichos programas son parte de una decisión institucional y, en ocasiones, hasta el Estado toma parte en su proyección e implementación.

A su vez, desde que el investigador formula sus problemas e hipótesis para llenar alguna laguna informativa, ya tiene en mente – todavía cuando sea de una manera difusa – las vías y procedimientos para convertir su conocimiento en bienes o servicios de beneficio múltiple.

Cuando este proceso se realiza en países subdesarrollados, resulta difícil que la introducción del resultado esté ajena a prioridades económicas, intereses varios – incluso individuales –y rasgos culturales.

Como vemos, difícil resulta encontrar una actividad científica en la que el carácter social deje de estar presente. El binomio ciencia-sociedad es monolítico, aunque pueda aparentar que contiene tendencias desmembrantes.

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