El académico ruso, Dr. Nikolai Rozov, profesor de la Universidad de Novorosisk, ha brindado dos interesantes propuestas de sistematización, desde el campo de la filosofía de la historia, que se encuentran expuestas en las páginas web administradas por él, y que son parte del sitio de la institución donde labora. Con intenciones meramente informativas, conviene echarles un vistazo.
El profesor basa la primera de las referidas sistematizaciones en las asunciones filosóficas desde las cuales se investigan los hechos históricos. El las divide en concepciones externalistas e internalistas. Los externalistas buscan las causas de los procesos sociales en razones supersticiosas que resultan imposible de investigar. Estarían comkpuestas por las concepciones demoníacas, fatalistas y providencialistas, donde se incluiría – acorde al criterio rozoviano – autores como Hesíodo, San Agustín de Hipona, Maritain, Andreev y otros.
Por su parte, la concepción internalista, donde la historia acaece por razones reales, factibles de investigar, él la divide en tres posiciones en tres posiciones. Una primera, nombrada estrictamente idealista, sólo asume a las razones ideales como capaces de afectar el curso de los aconcemientos e incluye a autores de la talla de Platón, Hegel y el italiano Benedetto Croce.
La segunda posición, dentro de la concepción internalista, él la denomina como de estricto naturalismo y acepta que solo las esencia materiales afectan la historia. Rozov ubica entre sus cultores a Hobbes, Huxley y Lorenz. Finalmente, él brinda una tercera posición combinada que subdivide en indivisible, donde tendrían protagonismo los factores biológicos, antropológicos y los aspectos nacionales. Figuran entre quienes la comparten Guillermo Dilthey, Henri Bergson, Oswald Spengler, etc.
De manera algo difícil de comprender, el estudioso ruso incluye una subdivisión a la cual reconoce como “separada”, sin mayores explicaciones.
Además de la ya descrita sistematización, existe otra, algo más exuberante, cimentada en las esencias ontológicas que el historiador acepta a priori para su investigación. En ella quedan comprendidas cuatro posiciones fundamentales, subdivididas hacia el interior de cada una. Recorrámosla tratando de no desorientarnos en medio de tantas clasificaciones.
La primera posición toma a la cultura como centro y, dentro de ella, al campo donde se acepta la cultura tecnológica, con White, McLuhan y Bell entre sus más representativos exponentes. Por su parte, con Kant y Compte encabezándola, propone una variante sostenida en la cultura cognitiva, para luego pasar a otra que toma a los sistemas religiosos y axiológicos como elementso centrados en la cultura espiritual y donde incluye a Windelbald, Rickert, Weber, Scheler, Toynbee, Manheim …
Rozov fundamenta el segundo componente de esta propuesta ontológica en tomar como centro a la sociedad, para, a su vez, descomponerla según la prioridad que se le dé a sus facetas política, económica y, específicamente, social. La faceta política enfatiza en las relaciones de poder, más las estructuras y procesos generados en ese ámbito. Este grupoo incluiría al historiador italiano del siglo XXVII Giambattista Vico y los sociólogos de la escuela de Francfurt, entre otros.
Ahora bien, las relaciones económicas ocuparían un papel protagónico para el renacentista francés Jean Bodin y el lider socialista Carlos Marx, acompañado por Wallerstein. Mientras tanto, las relaciones psicológicas de las masas se investigarían en la faceta sociopsicológica, sostenida por autores como Durkheim y Fromm.
A continuación, el profesor de Novorosisk expone un tercer componente, centrado en la antropología. Su primera variante jerarquiza a los individuos extraordinarios y, en consecuencia, señala al romántico inglés Thomas Carlyle, autor de esa joya historiográfica titulada “Los héroes”, como su practicante de cabecera. El alma humana también es llevada a primer plano en una variante psicocéntrica practicada por el sempiterno Sigmund Freud y el ruso Gumilev. Finalmente, el componente centrado en la antropología tiene una variante etnocéntrica que toma como punto definitorio a las identidades de base étnica, propias de Herder y Danilevski.
Para terminar con los componentes ontológicos, el científico ruso señala un tipo “naturalista”. Se estructura en tres variantes deslindadas acorde a la influencia de cuerpos cósmicos como el Sol, la Luna y otros planetas; detales estos que son asumidos por Chizchevski. También asume aquellos de naturaleza terrena como el clima, relieve, etc.Rozov menciona entre sus representantes al germano Herder y a esa estrella del iluminimo dieciochista que es Montesquieu. El deslinde naturalista es concluido por Rozov con una variante biocéntrica que tiene mucho de darwinismo social.
Una vez reseñadas estas sugerentes propuestas quedaría, de parte de quienes las conozcan, la tarea de valorarlas. Tal es, precisamente, el objetivo de nuestra apretada síntesis.
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