Jamás me ha gustado adoctrinar sobre asuntos metodológicosen la investigación. No porque los obvie cuando realizo esa labor, sino porque
he conocido a sagaces metodólogos que proclaman su relativa importancia con la
frase “la metodología no es una camisa de
fuerza”, pero en la práctica cuesta trabajo escucharlos hablar de otra cosa. Presentarles
cualquier fruto de nuestra labor investigativa, en busca de retroalimentación,
significa colarse por el fino tamiz metodológico de sus concepciones. Para
colmo, la mayoría de las veces obvian el contenido de lo expuesto, que, a la
larga, es nuestro interés mayor.