Con las vivencias del encuentro aún inquietándonos el espíritu, es preciso socializar las ideas fundamentales manejadas en el homenaje rendido en la Casa de Iberoamérica, este 2 de marzo, con motivo del 80 natalicio del Dr. José Manuel Guarch del Monte.
Su llegada al mundo se produjo en Camaguey, mas su trayectoria posterior lo traería a la ciudad de Holguín para verlo coronar su labor científica y humana. Los homenajes se extenderán en el tiempo y finalizarán el próximo 27 de octubre, con la entrega del Premio de Investigación “José Manuel Guarch” por parte de esta institución.
Tres temáticas fundamentales se abordaron en este primer encuentro: su temprana actividad política, la vida cultural y los inicios en la producción científica; ellas están indisolublemente ligadas.
La viuda de Guarch, Caridad Rodríguez, conocida por “Cacha” y difícilmente por Caridad Rodríguez, tuvo momentos de evocación muy conmovedores. Sus palabras transmitieron la pujanza de la niñez, adolescencia y primera juventud: el transcurso por los diferentes centros estudiantiles y la incorporación paulatina a actividades de rechazo al sistema imperante en aquellos tiempos que lo condujeron a militar en el Movimiento Nacional Revolucionario de García Bárcenas, primero, y al Movimiento 26 de Julio, finalmente.
Con lujo de detalles se evocó la conformación de un temprano Grupo de Teatro en el Instituto de Segunda Enseñanza y las presentaciones en calles y plazas. Otro tanto ocurrió con la formación de la Escuela de Artes Plásticas de Camaguey, de la cual Guarch fue director. El centro contó con la colaboración de figuras tan emblemáticas como la familia Pogolotti, quienes periódicamente acudían a aquella ciudad para impartir sus clases.
Sin embargo, Guarch tuvo que dedicarse a labores más remunerativas cuando solo contaba 17 años dadas las estrecheces económicas propias de aquellos tiempos. A pesar de ello, nunca dejó la actividad cultural y científica. Se incorporó a la Sociedad Espeleológica de Cuba y, dentro de ella, fundó el Grupo Yarabey con el que también se dedicaron a prácticas arqueológicas en la Sierra de Cubitas. Uno de sus resultados fue el hallazgo de un esqueleto de Megalocnus rodens.
Estás a un click de actualizarte
La M. Sc. Ángela Peña Obregón puso una nota particularmente decisiva cuando comentó sobre su relación docente con Guarch. En 1970 ella estudiaba un postgrado que el mismo impartía. En medio de los fríos cubanos de enero, debió realizar tres excavaciones en la Península de Guanacabibes y a partir de allí comenzó una entrañable amistad.
Ella presentó el primer libro de Guarch, Excavaciones en el Caney del Castillo. Trata de los resultados obtenidos en el trabajo de campo realizado en 1956, en la costa sur camagüeyana, cerca de Santa Cruz del Sur. El Guarch aficionado, junto a su colega Rodolfo Payarés, fue capaz de redactar un informe detallado de las excavaciones, donde el método estratigráfico es muy bien utilizado y el rigor científico que contiene le asegura un porvenir fructífero.
Efectivamente, en 1964 la Academia de Ciencias de Cuba publicó la referida obra en virtud de las bondades que mostraba en los albores de la arqueología revolucionaria cubana.
La memoria continuará refrescándose durante el periodo que nos separa hasta el mes de octubre. Otros pasajes de la vida de Guarch, el primer director de la Casa de Iberoamérica, emergerán para mantenerla latente, tanto entre quienes lo conocimos como en aquellos que no tuvieron tal suerte.
Nuestro homenaje será eterno.
Su llegada al mundo se produjo en Camaguey, mas su trayectoria posterior lo traería a la ciudad de Holguín para verlo coronar su labor científica y humana. Los homenajes se extenderán en el tiempo y finalizarán el próximo 27 de octubre, con la entrega del Premio de Investigación “José Manuel Guarch” por parte de esta institución.
Tres temáticas fundamentales se abordaron en este primer encuentro: su temprana actividad política, la vida cultural y los inicios en la producción científica; ellas están indisolublemente ligadas.
La viuda de Guarch, Caridad Rodríguez, conocida por “Cacha” y difícilmente por Caridad Rodríguez, tuvo momentos de evocación muy conmovedores. Sus palabras transmitieron la pujanza de la niñez, adolescencia y primera juventud: el transcurso por los diferentes centros estudiantiles y la incorporación paulatina a actividades de rechazo al sistema imperante en aquellos tiempos que lo condujeron a militar en el Movimiento Nacional Revolucionario de García Bárcenas, primero, y al Movimiento 26 de Julio, finalmente.
Con lujo de detalles se evocó la conformación de un temprano Grupo de Teatro en el Instituto de Segunda Enseñanza y las presentaciones en calles y plazas. Otro tanto ocurrió con la formación de la Escuela de Artes Plásticas de Camaguey, de la cual Guarch fue director. El centro contó con la colaboración de figuras tan emblemáticas como la familia Pogolotti, quienes periódicamente acudían a aquella ciudad para impartir sus clases.
Sin embargo, Guarch tuvo que dedicarse a labores más remunerativas cuando solo contaba 17 años dadas las estrecheces económicas propias de aquellos tiempos. A pesar de ello, nunca dejó la actividad cultural y científica. Se incorporó a la Sociedad Espeleológica de Cuba y, dentro de ella, fundó el Grupo Yarabey con el que también se dedicaron a prácticas arqueológicas en la Sierra de Cubitas. Uno de sus resultados fue el hallazgo de un esqueleto de Megalocnus rodens.
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La M. Sc. Ángela Peña Obregón puso una nota particularmente decisiva cuando comentó sobre su relación docente con Guarch. En 1970 ella estudiaba un postgrado que el mismo impartía. En medio de los fríos cubanos de enero, debió realizar tres excavaciones en la Península de Guanacabibes y a partir de allí comenzó una entrañable amistad.
Ella presentó el primer libro de Guarch, Excavaciones en el Caney del Castillo. Trata de los resultados obtenidos en el trabajo de campo realizado en 1956, en la costa sur camagüeyana, cerca de Santa Cruz del Sur. El Guarch aficionado, junto a su colega Rodolfo Payarés, fue capaz de redactar un informe detallado de las excavaciones, donde el método estratigráfico es muy bien utilizado y el rigor científico que contiene le asegura un porvenir fructífero.
Efectivamente, en 1964 la Academia de Ciencias de Cuba publicó la referida obra en virtud de las bondades que mostraba en los albores de la arqueología revolucionaria cubana.
La memoria continuará refrescándose durante el periodo que nos separa hasta el mes de octubre. Otros pasajes de la vida de Guarch, el primer director de la Casa de Iberoamérica, emergerán para mantenerla latente, tanto entre quienes lo conocimos como en aquellos que no tuvieron tal suerte.
Nuestro homenaje será eterno.