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lunes, abril 4

Diezmados pero no extinguidos

Los aborígenes cubanos desaparecieron. Fueron diezmados por los abusos y atrocidades del conquistador hispano. Mas, su extinción no resultó total. Quedó en lo cultural una herencia muy rica que, en oportunidades, pasamos por alto.

Con esta tesis de José Juan Arrom como centro, se desarrolló la conferencia del intelectual holguinero Manuel García Verdecia, con que dio inicio el Primer Coloquio que lleva por nombre el del destacado científico mayaricero y cubano.

La disertación tuvo lugar en la Casa de Iberoamérica, dentro de las actividades por el 4 de abril, que se efectúan en Holguín. Precisamente, un 2 de abril de 1910, había nacido en esta ciudad el antropólogo Arrom, para luego llevar un ninez feliz en el cercano Mayarí.

García Verdecia realizó un recorrido por la obra del investigador a quien se le dedica el coloquio, dentro del espacio de la institución sede, que se ha bautizado como “Iberoamérica en nosotros”. Los estudios del Dr Arrom demostraron la actualidad del legado aborigen en múltiples aspectos de la vida cotidiana de la región donde vivió sus primeros años.

Fue una manera de enaltecer la contribución aborigen, en buena parte contenida dentro de lo que hoy se le llama capital simbólico. Para Arrom, dos hechos tan importantes como la aparición y aceptación de la Virgen de la Caridad como patrona de nuestra nación, paralelo en el tiempo con Espejo de Paciencia, la primera obra literaria de que se tiene noticias, escrita en Cuba, demuestran que en los inicios del siglo XVII ya no había yuxtaposición de culturas en la Isla. El término aplicable, para él, era el creado por el sabio cubano Fernando Ortiz: transculturación.

En la problemática y violenta interacción del aborigen con el hispano, los elementos culturales de ambos se fundieron para dar origen a un producto nuevo, distinto al material de donde provino. Algunos estudios han confundido las fuentes de determinados rasgos, con ello queda subsumido el aporte de los primeros pobladores. Pero lo importante es que en el criollo, perfectamente mezclados hasta hacerlos irreconocibles, figura la dote arauca.

Las tesis expuestas por Verdecia luego tuvieron ampliación. Varios de los trabajos presentados profundizaron en varios aspectos que fueron estudiados por Arrom. Ángela Peña expuso nuevos enfoques sobre el paisaje cultural donde apareció laVirgen de la Caridad, en específico dentro del entorno cercano a la bahía de Nipe, donde cierto es que apareció, sin embargo, los más olvidados de manera incomprensible.

La multimedia “Arrom 100 años después…” dejó la sensibilidad abierta, con imágenes poco conocidas de la vida y obra de la personalidad recordada, donde, en ocasiones, él mismo explicaba parte de sus tesis.

En punto de particular intercambio entre los presentes, se constituyó el término de Hispanoamérica, defendido por el estudioso durante muchos años, frente al menosprecio de algunos eruditos primer mundistas que negaron la existencia de una personalidad cultural con dicha raíz, a la cual tacharon de incapaz de producir un signo cultural propio en lo artístico o literario. Contra tal desestimación, Arrom argumentó la existencia de una “hispanoamericanidad”, en èpocas donde el coloniaje cultural reinaba en determinados círculos de la intelectual con particular fortaleza.

El Coloquio concluirá el próximo 9 de abril en la ciudad de Mayarí. Arrom, defensor de lo autóctono imbricado al mundo, bien merece un espacio así.

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