
En esencia, Rigoberto Segreo
matiza el desenvolvimiento de la iglesia y, atendiendo a la imbricación de esta
institución con los intereses políticos coloniales, propone cuatro periodos:
gestación (1510 – 1680), desarrollo de una institución básicamente criolla
(1680 – 1790), extrañamiento entre la iglesia y los criollos (1790 – 1868) y la
iglesia como abierta defensora del status colonial (1868 – 1898).
Mucho había pesado este último
período en los criterios que sobre la actitud de la se formaron en Cuba
durante el siglo XX. Los trabajos de Emilio Roig habían devenido todo un
sustento de esta concepción.
Ya en 1982 el Dr. Eduardo
Torres Cuevas había planteado la posibilidad de una reinterpretación en su
artículo Formación de las bases sociales
e ideológicas de la Iglesia
católico-criolla del siglo XVIII publicado en la Revista Santiago.
Sobre esas bases comienza el
trabajo de Segreo que culminará con la publicación del libro que hoy nos ocupa.
Resulta conocido el premio de la crítica científico técnica que le fue
concedido en 2011. El fallo del jurado tomó como base la valoración del Dr.
Edelberto Levva Lajara. Todo un entendido en estudios sobre la iglesia
católica, coautor de Historia de la Iglesia Católica
en Cuba, cuyo primer tomo ya he visto en librerías. Este destacado profesor
e investigador reconoce: “Iglesia y
nación en Cuba (1868-1898) es un libro de polémica”.[1]
Desde luego, la polémica puede
realizarse en dos vertientes. Como los representantes de la posición
historiográfica que Segreo critica ya fallecieron, alguien debe sentirse
heredero y defensor de ella. Hasta ahora no han aparecido esos nobles
caballeros andantes con su adarga al brazo. De ahí la aceptación casi unánime
del resultado presentado por el investigador holguinero.
Por el otro lado, pueden salir
a la palestra historiográfica los análisis sobre la validez del propio
resultado y su influencia sobre nuevas posiciones en torno al proceso en
estudio. Algo de esto está en el ambiente. Todo logro científico debe
aquilatarse en sus aciertos y en sus insuficiencias y, por mucho que estimemos
a Segreo, es imposible negar que toda obra humana es perfectible.
Hasta ahora, las valoraciones
mejor argumentadas que yo he encontrado, son las realizadas por el Dr. Leyva
Lajara. No obstante, sus opiniones confluyen en buena parte de los aspectos con
las del autor del libro. No en vano su criterio sirvió para otorgarle el premio
de la crítica a Segreo.
Según Leyva “desde el punto de
vista historiográfico, es un caso muy singular. Si es cierto que decir una
nueva palabra en la escritura de la historia es difícil -y lo es, tanto que debemos reconocer (la humildad no es un defecto tan grave como
para que el gremio enrojezca) que la mayor parte de los historiadores no lo
logra-, Segreo lo logró” […]
Y añade en otros
párrafos: “Se trata de un análisis complejo, en el que debe reconocerse la
profesionalidad del contrapunteo entre planos contextuales diversos, con un
punto de convergencia en las actitudes políticas e ideológicas presentes en
Cuba.”
En virtud de esa complejidad
del objeto de estudio, él señala algunas insuficiencias, sobre todo, en el
orden de la apoyatura documental. A continuación profundiza en sus descargos:
[…]”habría que señalar al menos dos limitaciones: la primera, que solo se trata
del reflejo de estas contradicciones entre la más alta jerarquía, por lo que
queda pendiente un estudio del problema a los niveles de interacción del clero
con otros sectores del funcionariado y la población en general, que
evidentemente develaría otras dimensiones del conflicto. La segunda limitación, también importante, es
la ausencia de contrapunteo entre fuentes que reflejen la posición de ambos
contendientes […] A pesar de ello, pienso que el manejo de estas fuentes no
debe introducir en el futuro cambios de importancia en la interpretación de la
naturaleza del enfrentamiento.”
En los capítulos
iniciales Segreo hace un resumen de dos libros que él había publicado
anteriormente: Conventos y secularización
en el siglo XIX cubano, (Editorial de Ciencias Sociales, 1998) y De
Compostela a Espada: vicisitudes de la Iglesia Católica
en Cuba, (Editorial de Ciencias Sociales, 2000). Luego trata el período
entre 1868 y 1898 propiamente. Según el Dr. Leyva Lajara la parte más valiosa
es la primera.
En su valoración, el destacado
historiador aquilata aspectos importantes para empeños futuros. “Con la obra
-toda la obra- de Segreo, la cuestión de la Iglesia católica en Cuba, su evolución institucional
y sus vínculos sociales y políticos con el contexto colonial se consolidó como
problema historiográfico. Ello significa, primero, el reconocimiento de su
valor metodológico y sus significativos aportes a una interpretación del papel
de la Iglesia
en la historia nacional. Segundo, y más importante en perspectiva, que como
problema plantea la necesidad de
trascender los marcos de su evolución institucional y sus implicaciones
políticas e ideológicas para adentrarse en la historia social -la moderna historia
social- de la Iglesia
en la Cuba
colonial.”
Esta especie de brújula
metodológica que señala el especialista es inapreciable. Se convierte en un
reto para quienes gustan de estudiar la iglesia. Lástima que Segreo dejó su
proyecto trunco el 9 de abril de 2012. Él hubiese incursionado con entusiasmo
en la historia social. En conversaciones personales me argumentó la importancia
de la vida y el pensamiento cotidianos en la comprensión de los fenómenos
pretéritos. Él llevaba ese rumbo y no pudo continuarlo. Sabía que un logro de
tal magnitud era más fácil desearlo que obtenerlo, pero lo perseguía. Serán los
especialistas en los estudios de la iglesia que le han sobrevivido quienes
asuman la responsabilidad de abordar el tema desde esta arista. Esperemos por esos
resultados, entretanto, Iglesia y nación
en Cuba continúa incólume señalando el camino.
[1] Leiva
Lajara, Edelberto .Reseña crítica del libro
Iglesia y nación en Cuba (1868-1898) En
http://www.opushabana.cu/index.php?option=com_content&view=article&id=3701:resea-critica-del-libro-iglesia-y-nacion-en-cuba-1868-1898&catid=36:articulos-casa-de-papel&Itemid=43
(15 X 13) Las restantes citas provienen de esta misma fuente y no las
señalaré.
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