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miércoles, septiembre 25

Vivencias de la entrevista



Jamás me ha gustado adoctrinar sobre asuntos metodológicosen la investigación. No porque los obvie cuando realizo esa labor, sino porque he conocido a sagaces metodólogos que proclaman su relativa importancia con la frase “la metodología no es una camisa de fuerza”, pero en la práctica cuesta trabajo escucharlos hablar de otra cosa. Presentarles cualquier fruto de nuestra labor investigativa, en busca de retroalimentación, significa colarse por el fino tamiz metodológico de sus concepciones. Para colmo, la mayoría de las veces obvian el contenido de lo expuesto, que, a la larga, es nuestro interés mayor.

viernes, agosto 16

Dios en el cielo y Martí en la tierra



Conversar con Carolina Gutiérrez Marroquín es olvidarse de que en este planeta exista cualquier otra cosa que no sea alegría. Tanto es su optimismo, dulzura y el matiz tierno de su trato que a veces nos olvidamos de sus valores profesionales. Profesora universitaria por décadas, doctora en ciencias de la educación, autora de múltiples libros, miembro de la Sociedad Cultural JoséMartí, eso y mucho más, desaparece cuando nos dirige la palabra.  Uno queda cautivado y deseoso de volver a escucharla.

lunes, abril 8

Fondos para financiar investigaciones

Encontrar fondos para financiar las investigaciones sociales resulta una tarea difícil. Esa verdad llega a tomar dimensiones aplastantes. Con mayor frecuencia aparecen los fondos para las investigaciones de las llamadas ciencias exactas que, generalmente, presentan un producto tangible. Mas, para nada debe imperar el desánimo. Tengo la intención de ayudar a encontrar esos fondos.

Soy uno de los que ha entrado en los buscadores y he puesto todo tipo de palabras clave, desde fondo, hasta los consabidos http:// de los supuestos sitios donde me aseguran encontrarlos, la célebre @ que integra los emails de los patrocinadores potenciales, el famoso fund raising inglés, la www de la url de organizaciones caritativas, o el omnipresente .com de otras tantas.

Podría caracterizarle algunas de las organizaciones que he encontrado y, efectivamente, propician fondos; pero es mejor no andarse por las ramas, hay que dirigirse hacia donde se encuentran los fondos. Últimamente, he conversado con varios colegas y me dieron una nueva pista, de las tantas que aparecen en este mundo de la búsqueda de fondos. Resulta que en nuestra ya habitual Internet existe un directorio de organizaciones de ayuda al desarrollo.

Esta frase la había usado poco en mis búsquedas de fondos. Sin embargo, las organizaciones incluidas en dicho directorio existen y, realmente, suministran los tan ansiados fondos. Debe preparar el marco lógico de su proyecto para realizar su solicitud a alguna de ellas.

Sin pretensiones de atormentarlo como si esto fuera una película de suspense, le adelanto que dicho directorio de organizaciones que aportan fondos para el desarrollo, además del inglés, idioma por excelencia de la web, también se puede leer en español y francés.

Ahora, abra su navegador; en la ventana de búsqueda y tras la típica www, coloque la abreviatura devdir y, luego del punto, la org. Aparecerá la página principal. De manera que existe un camino a los fondos. Navegue en ella y le deseo que encuentre fondos. Si puede, cuénteme después sobre su suerte. Sí, porque para obtener fondos, también se necesita suerte. No se desanime, para llegar a los fondos también se requiere persistencia.

martes, marzo 26

Pedro Pablo, la economía y las ideas

Al universo de las ideas se han reservado múltiples investigaciones. Para algunos estudiosos él constituye la fuente para las transformaciones que se efectúan en el mundo material. El historiador cubano Pedro Pablo Rodríguez es uno de los que ha dedicado profundas reflexiones al tema. Cuando se hojea su currículo resaltan, entre otras, las jornadas dedicadas a la más amplia gama del pensamiento martiano. Pero Rodríguez ha indagado en aspectos muy diversos.

A fuerza de aparecer en diferentes publicaciones periódicas, sus concepciones sobre pensamiento económico cubano no siempre han resultado conocidas dentro de su país natal. Confieso encontrarme entre quienes ignoraron hasta hoy esa faceta de su desempeño. Como él mismo asevera en la introducción al libro "Nación e independencia económica", en cierto momento, impartió la asignatura "Pensamiento económico cubano" a la carrera de economía de la Universidad de la Habana. Como buen docente, enfrentó la necesidad de textos, sobre determinados aspectos del programa, de la manera más creativa: los produjo.

Si bien su esfuerzo resulta loable, quizás la publicación de algunos artículos en órganos extranjeros, lo limitó en el alcance dentro de los estudiantes universitarios nacionales. Esta afirmación es una opinión personal inspirada en mi experiencia como docente de la misma materia alrededor de una década atrás. Entonces, junto a mis compañeros de departamento buscaba, en cuanta publicación apareciera, los materiales para indicárselos a los alumnos. Por desdicha, no siempre asomaron las revistas foráneas.

Para nada intento criticar a Pedro Pablo por su decisión de dónde enviar sus artículos a convertirse en letra impresa; todo lo contrario, me apoyo en lo acucioso de las búsquedas, casi en su persecución, para demostrar sus potencialidades en el medio al cual él los dedicó: la docencia universitaria.

La reciente entrega del Dr. Rodríguez es una compilación de siete artículos suyos, donde se mezclan buena parte de los ya publicados, con otros de reciente cosecha. Como la presentación del libro para nada implica glosarlos en su totalidad me referiré a dos de sus trabajos.

Ante todo conviene conocer, que los planes de estudio sobre pensamiento económico cubano originaron inconformidades en los claustros que los impartieron. En buena medida, presentaban figuras y, muy poco, corrientes de pensamiento. Los docentes que los asumieron con libertad creativa se vieron obligados a adaptar concepciones foráneas al caso cubano. La experiencia no siempre los dejó  satisfechos.

Sin embargo, en el artículo que encabeza este libro, ya Pedro Pablo está brindando soluciones. Las corrientes de pensamiento importadas, encuentran en él a un intérprete de sus manifestaciones dentro de un contexto diferente al que les dio origen. En específico, cuando son abordados los siglos XVIII y XIX, el destacado historiador y periodista se preocupa por distinguir los intereses que se mueven en la Isla y cómo adecuar a ellos los recursos del pensamiento llegado de otros lares. Aparece entonces, la especificidad cubana del pensamiento económico.

Al recorrer esos siglos, Pedro Pablo Rodríguez jalona el camino con disímiles interrogantes. La campaña libertaria iniciada en 1868, más allá de independencia y la abolición de la esclavitud ¿señaló algún objetivo económico a conquistar por los hombres que se iban a manigua?

Evidentemente, en toda ciencia los enfoques más abiertos, los menos prejuiciados, brindan mayores posibilidades de desarrollo al crecimiento de la propia teoría. Con preguntas como esa, el autor de marras señala un camino para indagaciones futuras y despierta el interés del lector.

Él mismo afirma que hay mucha tela por dónde cortar. Expone el enriquecimiento posterior del pensamiento libertario cubano con las aportaciones martianas, para dejar señalada la ruta a la investigación.

Otro punto de particular interés, queda recogido en su acercamiento a la figura de José Comallonga. Hoy existen círculos intelectuales donde se desconocen los detalles de esa personalidad. Sacarlo del anonimato, en que ha quedado sumido durante el último medio siglo, es una tarea enaltecedora.

La primera preocupación del autor del libro sobre pensamiento económico cubano fue establecer, nítidamente, la pertenencia social del destacado pensador de entresiglos. Comallonga, en medio del sometimiento neocolonial, defendió a sectores burgueses nacionalistas que sobrevivieron en ramas de la economía poco atractivas al gran capital nativo y foráneo. Las cuotas de ganancia, que potencialmente se obtenían en ellas, eran pequeñas y no les prestaron mayor interés.

Sin embargo, allí encontró cabida el pequeño y medio capital nacional. Sufrió, por supuesto, los vaivenes económicos cíclicos y los determinados por la subordinación estructural. Aquellos hombres invirtieron su dinero buscando progreso, al no encontrarlo en la magnitud que esperaban, buscaron vías para dar a conocer sus aspiraciones y limitaciones. Comallonga figuró entre los intelectuales orgánicos de ese conglomerado social.

La pretensión de progreso bajo el dominio neocolonial es tildada de quimérica por algunos estudiosos. Pedro Pablo Rodríguez explica las atenazantes circunstancias en las cuales actuaban. No los justifica, pero tampoco los condena. Los trata como lo que son: gérmenes del nacionalismo burgués en las tres primeras décadas del siglo XX. En su decursar, llegarán a la segunda posguerra, mejor o peor tratados dentro del devenir republicano y tendrán que asumir posiciones. Unos se doblegan, otros se radicalizarán y quedarán integrados en las diferentes organizaciones insurreccionales o reformistas del período.

Pedro Pablo los trata mucho antes de que se definan sus posiciones, apenas adentrándose en el dilema. Esos trabajos tempraneros ayudan a comprender mejor la posición de determinados sectores en la compleja y contradictoria urdimbre social de la república burguesa cubana.

Otras corrientes de pensamiento y figuras que las desarrollarán, también están presentes en la obra de Rodríguez. Varona, Sanguily, Villena, Ramiro Guerra aparecen entre los pensadores estudiados. Constituyen un grupo más conocido, mejor valorado, menos distante. No obstante, el perspicaz investigador los presenta siempre desde sus aristas menos reveladas.

De conjunto, los trabajos recogidos en el libro brindan una visión del pensamiento económico cubano que abarca más de los siglos. Sin dudas, sobrepasan el interés de los estudiosos de la economía y llama la atención de quienes están al tanto de la totalidad de las raíces nacionales.

viernes, marzo 15

Otra vez la guerra de las salamandras

Todavía recuerdo la impresión que dejó en mí la lectura de la novela "La guerra de las salamandras" de Karel kapec. Fue un hecho de mi recién comenzada la juventud y, en lugar de centrarme en el mensaje medular de la obra, me puse a cuestionar la existencia de otra especie, ajena a la humana, capaz de realizar actos irracionales como los que habían acometido las salamandras en la referida no abuela.

Por esos años leía y leía, pero estaba ajeno todavía, al poder de la literatura como instrumento capaz de movilizar voluntades, empleando ése recurso inapreciable - cuando se utiliza por motivos nobles y valederos - que es el sentimiento, la capacidad de emocionarse ante determinadas situaciones. Tiene tanto poder, en su función social, como el más probado argumento aportado por una investigación científica.

Es que el hombre tiene una mitad de raciocinio y otra de exaltación, vehemencia, amor, piedad, emanados de las profundidades de su sensibilidad humana. Cuando se trata de defender la legitimidad de una causa, ambas mitades se unen. Entonces son invulnerables.

"La guerra de las salamandras" contiene una profunda invitación a la reflexión sobre las relaciones entre los seres humanos y en medio ambiente. Durante siglos, estuvieron matizadas por la concepción antropocéntrica. De ella intenta sacarnos la novela de marras.

¿Qué ocurriría si no fuésemos la única especie racional sobre la paz de la tierra? ¿Qué ocurriría si otra especie estuviese dotada de similar capacidad y su supervivencia dependiese de afectar la nuestra? ¿Porque no ponerse de acuerdo en una situación así? Y ¿por qué no lo hacemos ahora, aunque seamos los únicos seres inteligentes del universo?

Hasta el momento de su salida, la novela aprovechaba las fibras del alma para proponer estas interrogantes. Los años han transcurrido, la situación es mucho más crítica. Hoy está en peligro la supervivencia humana para décadas bastante cercanas, pero no por la acción de salamandras perspicaces. Hoy quien amenaza la supervivencia humana es la propia especie dotada de neuronas pensantes.

Por suerte, en el cerebro colectivo de la humanidad hay un espacio para la comprensión y la emoción, en nombre de su especie y en el de las restantes criaturas del planeta. La preocupación alcanza también al suelo, el subsuelo, el agua, el aire, la flora.

Cuando se habla de ecología, ya no sólo se hace la historia del efecto nocivo de la actividad antropogénica sobre medio ambiente. Además del accionar, ha surgido el elemento cultural que toma forma en el pensamiento y las políticas ambientalistas. Tanto el primero como la segunda, incluyen la esfera jurídica. Cuba es uno de los países con amplio cuerpo legislativo en materia ambientalistas. Cabe preguntarse ¿todos y cada uno de los cubanos - responsables directos de su aplicación - conocemos esas leyes? ¿Cuáles son los principios sobre los que fueron elegidas?

Las respuestas a estas y otras interrogantes se encuentran en las páginas del libro "Derecho y medio ambiente", escrito por un numeroso grupo de autores que os centran, además del pensamiento jurídico, una experiencia práctica conservacionista en diferentes estancias de tal tipo y, además, una actividad docente de loable alcance. Son, para decirlo de manera más entendible, entendidos teórico-prácticos del conservacionismo ambientalistas.

Conviene destacar el aspecto práctico. Al mundo no hay que conservarlo tal y como está, ya él planeta está dañado. ¿Qué tendría de positivo una actitud quietista? Conservar no implica estatismo. Todo lo contrario, conservar lleva implícita una dinámica extraordinaria.

Cuando se dice conservar, es mantener el aire en condiciones de respirarse, el agua al alcance de todos con una pureza prístina. En fin, conlleva a asegurar un legado de vitalidad a los futuros moradores de La Tierra.

Para conservar es preciso restaurar, recuperar y, sobre todo, no renunciar al desarrollo, pero en condiciones sustentables. Contempla satisfacer las crecientes necesidades de una población también creciente. Mas, la transformación ha de realizarse en términos manejables.

Las políticas ambientalistas inician su tránsito hacia la materialización en la medida que se convierten en leyes y obligatorio cumplimiento. De las pragmáticas emergen las instituciones, organizaciones e instancias encargadas de darle cuerpo tangible. Pero los cumplidores esas leyes, jamás podrán contemplarlas como molestas imposiciones.

La ley es sabia cuando su cumplimiento se convierten costumbre, en hábito. Cuando pasa de una generación a otra como componente cultural. Sería imposible aspirar a ello sin una educación ambiente ambientalista. Los autores, para nada ignoran dicha praxis.

Un libro producto del equipo donde predomina ésa integración es muy útil. Agreguemos que los autores no han estado interesados en demostrar su indiscutible e indiscutido conocimiento, mediante tecnicismos o términos rebuscados. A habla la lengua del hombre común. Se presentan como eruditos comunes. Logran, entonces, un alcance social de mayores dimensiones.

Además de revelar los códigos jurídicos, introducen al lector en los abundantes vericuetos del ecología, no como implacables inquisidores, sino como vías y como co-participantes en una actividad que, por fuerza, debe convertirse en cotidiana. Utilizan razones, pero también tienen una manera muy sencilla de tocar a las puertas de sentimiento. Con ellos están echadas las bases para una fructífera relación entre el hombre y las inexistentes, pero siempre presentes, salamandras ambientalistas.

miércoles, marzo 6

Chávez

Chávez parte en medio de un dolor profundo. Se va el comunicador popular por excelencia, el carismático presidente de diplomacia desplazada por la espontaneidad de la humilde cuna. Chávez cantante y jugador de béisbol, más empedernido seguidor de ese deporte que atleta con resultados sobresalientes. Así somos quienes amamos el diamante de las bolas y los strikes, saltamos a él aunque solo sirvamos para hacer errores. Este último caso es el mío.

Pero Chávez entusiasmaba a multitudes, aun seguido por veteranos cuyas mejores jugadas habían quedado en la imprecisa frontera entre el recuerdo y el anonimato publicístico. Poco impresionaban ya sus records, mas sus actitudes importaban de lo lindo. Eran, más que una irreverencia al sedentarismo, un mensaje de apoyo al proceso que el zurdo jugador había desatado. Tendió a la izquierda hasta para utilizar sus manos.

Chávez destruyó el inocuo pedestal de Bolívar y le devolvió la espada. El Libertador volvió a tener un ejército para terminar lo que había quedado aplazado desde el siglo XIX. Bolívar recuperó su filo en la imagen historiográfica que Chávez rehizo. Hasta perdió sus rasgos europoides en la nueva versión que los antropólogos físicos obtuvieron tras múltiples estudios.

Chávez fue muchas cosas. Movió un continente en época renovadora. Apostó por los humildes porque los conocía bien, ¿quién fue él si no uno de ellos? Y apostó fuerte, pensando en la suerte de los humildes Chávez derrumbó y actualizó poderes, concibió y generó programas sociales de extraordinario alcance. Chávez probó la interacción entre más de una forma de economía y para lograr llamarle a todo eso “socialismo del Siglo XXI” puso de protagonista a las masas.

Chávez fue azote para la reacción internacional, por eso lo odian tanto. Montó a Latinoamérica sobre los carriles de una integración de nuevo tipo. Chávez ha sido tantas cosas que no puedo ni pretender recordarlas a la mitad. Cuando veía en la televisión las expresiones de los venezolanos de a pie, - una anciana quien, entre lágrimas, acariciaba con su mano de arrugas laboriosas las mejillas de Chávez en un afiche y lo llamaba “mi comandante”, con la ternura que solo las madres suelen utilizar con sus hijos -, entonces comprendí que Chávez había abierto una nueva era para los latinoamericanos y que se había convertido en células de su corazón.

Ahora Chávez es más, porque es pueblo actuando, transformando, superando el dolor y bebiéndose el llanto; agarrado a Bolívar con una mano y con la otra a Chávez. Ahora Chávez es fuerza, es llamado a la unidad y superación de las diferencias internas y cuando los hechos devengan en logros populares se estará diciendo: Chávez.

martes, febrero 5

Nación y región

Por años, la región puja por reconocimiento. Se afirma que es aceptada, pero cuando los intereses "nacionales" presentan su parcela, de inmediato adquiere el rango de quehacer científico menor. La investigación histórica es quizás el campo donde esta diacronía adquiere máxima nitidez.

Los estudios sobre región, en oportunidades se les confunde con los de localidad. De hecho, el territorio de cualquier nación las contiene, tanto a la región, la localidad. En determinados contextos, la localidad se identifica con la unidad político administrativa más pequeña que presenta cualquier estructura que se le dé a una nación.

Sin embargo, la región es caprichosa, escapa de los límites administrativamente establecidos. El menosprecio capital a que se le somete no proviene, precisamente, de que se le confunda con la localidad. Los mayores problemas surgen cuando ambas - región y localidad - son ignoradas a la obra de escribir la historia "nacional".

Las historias nacionales gustan de las generalizaciones. Acostumbran a utilizar promedios y otros instrumentos que terminan por "uniformar" los elementos componentes de la nación. Para algunos, tal método es imprescindible y afirman que no era otro remedio. De tal modo, la peculiaridad, el rasgo distintivo, quizás hasta la manera única e irrepetible de que ocurran las cosas, es desterrada a un segundo plano porque se vuelve difícil operar con tantas características disímiles que, no pocas veces,  "rompen" con la tendencia de cualquier proceso que se analice.

Cuando se está buscando una "regla" es preferible obviar la "excepción" para no tener que cambiarla. Tal razonamiento deja muy mal parada a la región. Es que la región se conforma por un conjunto de relaciones socio-geográficas-culturales-económicas. Lo mismo puede influir en ella una composición de género, racial, étnica o cultural que la presencia de un determinado país hace orográfico, los recursos naturales presentes y sus perspectivas de explotación, o, y es el caso más común, la región se conforma por la interrelación de todos esos aspectos de conjunto, incluso otros no mencionados.

Lo que sí resulta una constante es que en la región los acontecimientos ocurren de una manera muy específica. De ahí que no sean, precisamente, las fronteras político administrativas, los valladares a su alcance. La región pasa hasta donde los factores que le han dado origen están presentes.

Acorde con esta realidad, los hechos históricos pueden tener causas, manifestaciones, repercusiones o consecuencias muy diferentes en cada región. Desde luego, también coincidirán en aquellas regiones donde se acumulen similitudes.

Tal variedad fenomenológica se obvia, frecuentemente, en las historias "nacionales". Por lo general, a fuerza de negarlas, terminan por convertirse ellas mismas - las historias nacionales - en historias regionales o locales. ¿No han visto ustedes historias de países compuesta sólo mayoritariamente por los hechos que acaecieron en la capital? ¿Y no es la capital del componente de una región?

Una posible solución a estas dificultades metodológicas puede ser el estudio de los procesos históricos en cada región por separado. Luego, la historia nacional no sería la suma automática de esos resultados, sino el estudio de las interrelaciones entre regiones que dichos procesos generan. La historia podría ser más diversa, más rica y, sobre todo, más creíble y totalizadora.

miércoles, enero 23

Un dinosaurio de la Guerra Fría

Dicen que la Guerra Fría quedó atrás. ¿Será que se ha puesto caliente? ¿Quién lo duda? 
Afganistán, Irak dos veces, Libia… La lista es larga después que la guerra salió del congelador, en todos esos lugares quedó atrás el título de Hemingway: Adios a las armas.
Mas, a pesar del “cambio climático” y el “calentamiento global” existe un lugar donde perdura el “gélido” proceder de antes de caer el Muro de Berlín. 
¡Adivínelo!
Voy a ayudarle. No es un continente donde pervive la Guerra Fría. 
Tampoco un océano o cualquier otra porción líquida del planeta. Aunque el aire se enrarece por su existencia tampoco está en él.
Para nada piense que es un engaño mío. Ahora están de moda los recodos virtuales, pero tampoco es uno de ellos. 
El lugar donde persiste la Guerra Fría es real, está en la geografía mundial, aunque haya quienes afirmen que ya no existe Guerra Fría.
Lo rodea el mar, allí se respira el aire de la confrontación congelada – aunque no por ello estática – y, cerca de él, se extienden los continentes. 
Es una isla.
Cuando reinaba en todo el globo terráqueo la Guerra Fría, se vio envuelta en una profunda crisis que puso en peligro la paz de todos los terrícolas. 
Con ella estuvieron relacionadas figuras como Kennedy, Krushev y, por supuesto, Fidel Castro. Ya lo tiene. El país sumido en la Guerra Fría es Cuba.
Un día declararon en la OEA que el comunismo era incompatible con el hemisferio occidental y comenzó el bloqueo económico. 
Se ha hablado de respetar las decisiones de los pueblos respecto a elegir sus destinos, sin embargo, es poco convincente que ese dinosaurio de la Guerra Fría se mantenga e incremente.
Para ser breve respecto a este fósil de la Guerra Fría obviaré los aspectos políticos y me concentraré en las víctimas. ¿Las conoce? Son los cubanos de a pie, los que no albergan odio contra ningún pueblo del mundo. Son quienes están envueltos en las limitaciones.
Tranquilidad, para nada entraré en descripciones al respecto. Es ajeno mi ánimo a causar aprehensión o conmiseración hablando de vicisitudes. Solo le afirmo que las limitaciones existen. Con mayor o menor intensidad, se hacen sentir en cada actividad de la vida cotidiana. De paso, el bloqueo ya traspasó el medio siglo de existencia.
¡Si será larga y diversa la vida cotidiana!
Una vez escuché que el régimen sudafricano del apartheid fue bloqueado y hubo quienes no acataron el bloqueo “porque afectaría en realidad a los más pobres”. Pareciera que el acto anticubano donde se prolonga la Guerra Fría, el bloqueo, no afectara a los más vulnerables de la Isla.
Se exigen cambios para suspenderlo.
¿Quién tiene su casa tan limpia para creerse en condiciones de emitir recetas?
Para quien piense así, le pido, revise detrás de las puertas, en los escaparates, el cuarto de desahogo o cualquier otro lugar donde, generalmente, van a parar las  “basuritas domésticas”.
Si es acucioso en su búsqueda y su visión no requiere de lentes, dudo  que se crea habitando en el paraíso terrenal.
A los preocupados por los cambios les aseguro, hay cubanos tan dignos como el que más, pensando y trabajando por su patria. Gracias por las recomendaciones. Quizás encuentren aplicación en el hogar del que las propone. Los cambios en la Isla nacerán cubanitos de pura cepa.
¿Realmente desea ayudar? ¿Qué le parece si el bloqueo se hundiera? ¿Puede colaborar? Por adelantado puede contar con el agradecimiento.
Es que cuando miramos en derredor nos sorprendemos. Ese trofeo de la Guerra Fría que muchos dan por eliminada fue un invento de…!¿ seres racionales?!.
¡Qué perspicaces son quienes inventaron el bloqueo!
¡Cuánto talento demuestran los que hoy se empeñan en arreciarlo!
Genios de la Guerra Fría, hay once millones de seres humanos atenazados por este dinosaurio extemporáneo.
¿Cuándo caerá el meteorito que lo haga perecer?