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jueves, marzo 31

Iberoamérica: sentido, alcance y limitaciones



Existen conceptos aberrantes. Los hay que enaltecen a unos, mientras soslayan a otros. El contenido de los conceptos se torna, entonces, primordial. Iberoamérica se incluye entre aquellos que cumplen esta línea. Pero también escapa de ella.

Las reflexiones del periodista de la popular revista Bohemia, Luis Toledo Sande, realizadas en la Casa de Iberoamérica en la mañana del 31 de marzo, giraron en torno a dicho tema.

Es conocida la máxima acerca de lo excluyente que resulta la incorporación de cualidades a cualquier objeto o proceso. Mientras más requisitos existen, menos candidatos a cumplirlos existen. De tal forma, los conceptos provienen de un contexto cultural, tomando este término en su acepción más amplia.

El conocido escritor e investigador, nacido en el poblado holguinero de Velasco, quien por algunos años se desempeñó como agregado cultural de la embajada de Cuba en España, recalcó en la connotación de tales definiciones.



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Términos como Hispanoamérica, Latinoamérica, Panamérica e Iberoamérica estuvieron en el centro de su intervención. Su óptica distó de aceptarlos con absoluteces. Fueron creados por el hombre y responden a los intereses de los creadores, pero siempre existe la posibilidad de recontextualizarlos en beneficio de muchos, o de sujetos sociales excluidos.

En momentos cuando se propugna la salvación de los pueblos y la vía transita por los bombazos, resulta difícil mirar las creaciones intelectuales con ingenuidad.
Las conmemoraciones, como garantes de la continuidad memorística de los pueblos, se cargan de tales significados y hasta la elección de una fecha aporta un signo para el proceso al cual se dedica. Por más que algunos lo nieguen, los hombres controlamos nuestro comportamiento según los intereses.

El Caribe anglófono y francófono puede distanciarse de nosotros, o podríamos negar la hispanidad, o “portugalidad” de algunos de los hermanos del hemisferio occidental, según el manejo que hagamos de nuestro lenguaje.

Para quienes presenciamos la intervención de Toledo, pareció que apuntaba a una dinámica en la asunción de los conceptos. Deben ser inclusivos, pero jamás uniformantes. A su vez, han de propiciar la interacción entre quienes incluyen, sobre la base del respeto mutuo. Todavía más, requieren de capacidad de apertura, para asimilar las inclusiones futuras. Sólo sobre esa base tiene asegurada su estabilidad.

Durante su interesante conversación, Toledo Sande se referió a devotos inmaculados, vistiendo los hábitos papales sin la sombra de ateísmo, a presidentes de estados imperiales con consecuente actuación imperialista. Habló de autonomías estancadas, de reminiscencias colonialistas y colonizadas.

Tampoco faltaron las menciones de los errores ortizianos y las bondades de sus estudios, del azúcar perdido y el plurilinguismo, en fin, una gama de ejemplos muy amplia, que remarca la esencia vigilante de las cualidades, como brújula para integrarnos, o preferir quedar al margen en las supuestas “uniones”.

martes, marzo 29

La cultura y los mecenas

Para nada es secreto: corren tiempos difíciles. Hoy es cotidiano que, en la comunicación con colegas, ellos expongan las estrecheces económicas en medio de las cuales realizan su actividad científica o cultural.

Hay quienes afirman que es algo muy antiguo. Han visto siempre a esas actividades sumidas en circunstancias nada deseables. Para confirmarlo, acuden a la antigüedad del mecenazgo. Llegan a exponer en su favor, el hábito de ciertas instituciones de esos sectores de acudir, de manera consuetudinaria, a los “favores” de dichas personalidades.

Las diversas civilizaciones, en cada uno de sus estadios, han creado diferentes maneras de sostener al arte, la creación científica y literaria y de otras labores que no producen para el consumo material directo.

El sustento financiero a la cultura y la ciencia tiene un rango amplio de expresiones a nivel planetario. Presupuestos estatales, de gobernaciones provinciales, departamentales u otras, fondos municipales, donativos de filántropos y de fundaciones, en fin, el listado de fuentes financieras puede ser extenso.

Mas, si la diversidad en cuanto a formas es amplia, hay quienes afirman que la holgura de fondos carece de ese carácter. Algo similar ocurre con las oportunidades de acceso. El proceso ha sido presa del cálculo.



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Generalmente, los patrocinadores buscan publicidad. Los puntos de partida tiene en cuenta interrogantes como: ¿a quién patrocinar?, ¿cuánto dinero invertir?, ¿cómo medir el retorno?

Las respuestas deben incluir: mejorar la imagen de marca, enaltecer la reputación, lograr publicidad ante un nicho de mercado escogido por la firma, obtener desgravaciones fiscales, o conseguir otros beneficios comerciales.

La toma de decisión sopesará el ¿cuánto nos costaría una publicidad similar durante ese tiempo en un medio convencional y cuánto a través de patrocinio? Éstas y otras dubitaciones forman parte de ese universo de intereses comerciales.

Sin embargo, existe un factor al cual se le presta particular atención en la actualidad: la imagen social corporativa. La empresa se comporta como una entidad muy comprometida con el desarrollo humano. Prefiere dirigir sus donaciones hacia los países en vías de desarrollo. De esa manera demuestra su responsabilidad social.

Mientras los mecenas manejan estos y otros elementos, en los más diversos rincones del planeta, artistas, científicos y promotores culturales continúan en la búsqueda de fuentes de sustentabilidad económica para su labor.

Unos aceptan los donativos sin reparos. Están dispuestos a realizar concesiones con tal de sobrevivir en su brega. Otros, hacen relucir su dignidad y oponen condicionantes a las del patrocinador.

En escenarios muy específicos, tales disputas están ausentes gracias a presupuestos asignados de manera automática para la creación de este tipo.

No obstante, una mirada al futuro inmediato nos hace pensar en la duración que alcanzarán estas prácticas. Sin dudas, la relación entre mecenas y creadores está a punto de alcanzar dimensiones diferentes.

viernes, marzo 11

La enfermedad del continente

El mestizaje ha sido condenado. Para algunos, es una cualidad satánica, un lastre en los pueblos que encuentran su personalidad histórica en él. Entre tantas cosas, se le responsabiliza con el atraso latinoamericano. Es una degeneración racial que conlleva a la inferioridad cultural.

Durante las primeras décadas del siglo XX, cuando buena parte de la intelectualidad latinoamericana buscaba explicaciones al precario ambiente donde vivía, acudió a teorías como la descrita, que atravesaron el Atlántico, procedentes de los centros de poder europeos y norteamericanos.


La preocupación por el progreso es legítima. Cuando la ruta de los pueblos carece de una brújula que lo señale, es comprensible y válida la búsqueda de las razones que han conducido al retraso en la conquista de la llamada “civilización”. Sin dudas, el conocimiento de las causas permite la búsqueda de soluciones.

Sin embargo, la apropiación de cualquier teoría siempre requiere de una actitud crítica. El diálogo detenido con sus planteos fundamentales, ha de aquilatar sus bondades y desechar los elementos con signo regresivo. En la época de referencia, esta parte del mundo albergó a algunos historiadores poco dispuestos a exámenes con esa óptica. En consecuencia, múltiples concepciones positivistas e irracionalistas, sobre todo relacionadas con la filosofía de la vida, propugnada por Nietzche, fueron asumidas sin mayor preocupación.

La obra del historiador boliviano Alcides Arguedas es un ejemplo de la producción científica basada en tales presupuestos. “Pueblo enfermo”, tituló al libro donde expone con mayor claridad los principios que regían en su pensamiento.

Arguedas tuvo una activa participación en las luchas intestinas bolivianas de finales del XIX. Luego, encaminó su vida dentro del contexto diplomático, de tal modo, por largas temporadas Bolivia quedó a sus espaldas para adentrarse en el brillo de las capitales europeas. Los indiscutibles avances que experimentaba aquel ámbito lo deslumbraron.

Como amante de su tierra, se cuestionaba las desigualdades y, en busca de responsables, la acusación cayó sobre el indígena. En el fondo, los prejuicios raciales hicieron mella en su espíritu.




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Cuando Arguedas buscaba motivos, encontraba satisfacción a su interés con tópicos como la ubicación geográfica, el clima y, por supuesto, la inferioridad racial. Vació estas ideas en sus novelas históricas y en las versiones historiográficas sobre los acontecimientos bolivianos. Así quedó signada su “Historia general de Bolivia, el proceso de la nacionalidad (1809 – 1921)” que fuera impreso en Barcelona, cuando corría el año 1922.

Su concepción historiográfica era regida por el papel de los grandes hombres. El pueblo, mestizo en altas proporciones, aparecía en sus libros solo para recibir epítetos de “chusma”, “plebe” y la “cabeza del monstruo”. Quizás desorientado entre los distantes extremos donde se movió la historia boliviana tras la independencia, analizaba el proceder de las personalidades de manera tan contradictoria que dejaba escasos elementos para tomar partido de manera objetiva. Tal resultaba su pesimismo.

Él careció de la sensibilidad imprescindible para beber en las obras con signo totalmente diferente, que salían al unísono con las suyas. Me refiero a libros como “Nuestros indios”, producto del ingenio del peruano Manuel González Prada, que vió la luz en 1908, y “La raza cósmica: misión de la raza iberoamericana”, publicada en 1925 por el mejicano José Vasconcelos, por solo mencionar dos de ellos.

La búsqueda de lo auténticamente nacional discurre, en ocasiones, por vericuetos intrincados, donde la esencia puede desnaturalizarse y el fruto final es totalmente contrario al propósito de la indagación. Es imposible reducir la historiografía a sus componentes y subestimar los elementos de cientificidad, cosmovisión y humanistas que también moldean sus funciones.

lunes, marzo 7

Más de 25 Miradas en Holguín



Ocho minutos largos, pero también insuficientes. “25 Miradas”, la serie de cortos argentinos dedicados al bicentenario del inicio de la lucha por la emancipación del coloniaje español, nos dejaba con ganas de seguir viendo. Los 200 minutos totales transcurrieron muy rápido, pero también demasiado prolongados, su intensidad requería descanso reflexivo para captar toda la intención de los realizadores de esta heterogénea muestra.

La introspección argentina, en su poética de conceptos densos, dejó en el público holguinero cierta sensación de falta de información “acerca del quiénes quisimos ser y del quiénes hemos sido” que expone cada uno de los cortos, preparados por realizadores del cono sur, bajo el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación, junto a la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

Fueron realizados por Adrián Caetano, Pablo Trapero, Marcos Carnevale, Albertina Carri, Paula de Luque, Inés de Oliveira Cézar, Sabrina Farji, Leonardo Favio, Pablo Fendrik, Sandra Gugliotta, Paula Hernández, Juan José Jusid, Víctor Laplace, Alberto Lecchi, Lucrecia Martel, Mausi Martínez, Néstor Montalbano, Celina Murga, Gustavo Postiglione, Lucía y José Puenzo, Carlos Sorín, Juan Bautista Stagnaro, Juan Taratuto, Gustavo Taretto, y Ricardo Wullicher

El cruce con la realidad “del qué somos y con la utopía del qué seremos” deja abierta una puerta a la búsqueda de las interioridades de aquel pueblo, durante los años transcurridos entre los inicios del siglo XIX y este primer decenio del XXI. Se requiere conocer al argentino más de cerca. Sus sufrimientos han sido largos, complejos, intensos, a veces, hasta lejanos de nuestra realidad.

No basta la divulgación en la prensa sobre los hechos principales de aquel acontecer. Por momentos, el espectador quisiera ser argentino, para comprenderlo mejor y… no serlo, para evitar el sufrimiento. Largo es el camino andado. Las síntesis dan la esencia, pero pierden la vivencia.



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Mueve a la simpatía el optimismo de muchos directores. También la entrega de los actores y los recursos expresivos de la edición. La muestra es un huracán de emociones que uno quisiera aprehenderlo en sus detalles mínimos. ¿Cuánto hay repitiéndose en otros lares latinoamericanos?

La Feria Internacional del Libro sirvió para que la Casa de Iberoamérica incorporara la muestra a sus actividades. Aprovechando el horario nocturno de “Un espacio para la poesía”, la pantalla se instaló en el exterior de la institución y fue un imán que captó las conciencias, independientemente de su poca estructura férrica. Pocas caras dejaron de mostrar la reflexión del alma que reflejaban.

¡Cuan diverso es el bicentenario!

viernes, marzo 4

Olguita y la “Distinción Casa de Iberoamérica”


La condición de alumno no termina con la graduación. Continúa toda la vida cuando se tienen educadores de gran talla. La idea estuvo presente en la entrega de la Distinción Casa de Iberoamérica a la Dra. Olga Potuondo Zúñiga en el marco de la Feria Internacional del Libro.

Como un momento más de “Cuba en Iberoamérica: la isla posible”, en la tarde del viernes 4 de marzo se celebró la ceremonia en la institución de marras. Olguita - como es conocida entre sus allegados – tiene una trayectoria educacional excepcional.

Dos años antes de concluir sus estudios ya estaba en un aula impartiendo clases, con la categoría de instructora no graduada. Ese hecho definió su vida. La siempre joven, camagüeyana devenida santiaguera, Olga Sarina Portuondo Zúñiga, ha sido una orfebre de generaciones por más de cuatro décadas.

Ha impartido cursos de pregrado, postgrados, maestrías y doctorados. Ha tutorado de trabajos de curso, de diplomas, y tesis doctorales. Sus conferencias y participaciones en eventos llegan a un amplio ámbito: Cuba, España, Francia, Brasil, México, Colombia, Guadalupe y Martinica, Haití, Estados Unidos y Alemania.

En busca de su sabia guía, frente a ella se han sentado doctorantes y profesores de las universidades de Harvard, Nueva York, Carolina del Norte, Florida, Pennsilvania, la Complutense de Madrid, las de Andalucía, Oviedo, Murcia; Lyón, El Havre, Burdeos III, Paris I y III, Pau, Toulouse, Nanies, York, Montreal, Toronto, Veracruz, Chapingo, La Autónoma de México, Australia, Santo Domingo, Río Piedras de Puerto Rico, Inglaterra, Irlanda, Colonia, Bonn, Bermudas y un listado todavía más largo.

Por sus méritos es miembro de la Academia de la Historia de Cuba, de la Comisión Nacional de Grado Científico, de múltiples Consejos Científicos de organismos y de Consejos Editoriales de revistas y casa editoras.




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Su intervención “La historia y los intelectuales ante los desafíos actuales” resultó enfática en el diálogo de las ciencias históricas con otras disciplinas y en el destaque de la peculiaridad regional como forma de construcción de una historia nacional.

Sus palabras dieron origen a un interesante intercambio con los presentes donde se tomaron ejemplos de procesos cubanos que todavía requieren un enfoque mucho más consecuente. En particular, la insurrección del partido Independientes de Color a inicios del siglo XX cubano, cuyas versiones han comenzado a desmitificarse en los últimos años.

Las palabras de la destacada intelectual estuvieron movidas por el deseo de integración nacional, más que por la creación de sentimientos discriminatorios entre presuntas víctimas de la marginación. El acento que le confirió al vínculo de la historia con la literatura, también resultó interesante.

Además de la mencionada Distinción, el Sectorial Municipal de Cultura también le entregó La Flor de Holguín, como reconocimiento a su labor y a las relaciones mantenidas por años con el territorio.

Amnios se apoderó de la ínsula


La poesía es una forma de expresión del pensamiento. Una forma peculiar, que se construye desde los sentimientos y las vivencias. Ella es idea, imagen figurada; genera, a su vez, nuevas ideas. Bien merece un lugar distintivo en la actividad humana, de ahí la importancia de una revista dedicada, integramente, a ella. Amnios tiene ese privilegio.

La Feria Internacional del Libro trajo consigo la reedición del espacio “Cuba en Iberoamérica: la isla posible”. Es un momento tradicional en la programación de la Casa de Iberoamérica durante ese evento de la literatura que abarca a todo el país. En el marco del mismo y dándole calor a la lluviosa mañana del viernes cuatro, la investigadora de dicha institución y conductora del programa televisivo Ad Libitum, M. Sc. Yuricel Moreno, tuvo a su cargo la presentación del Número dos de la mencionada revista.

Con la desenvoltura y dominio que le son característicos, la joven intelectual realizó un ameno recorrido por los materiales allí recogidos. Según demostró, la revista supo integrar lo clásico de la producción poética cubana, junto a lo novedoso de la creación internacional, especialmente, de la realizada en iberoamérica.


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El merecido homenaje a Raúl Hernández, quien cumpliera funciones como parte del Departamento de investigaciones de la Casa de las Américas, despertó el baúl de la nostalgia. Una vida pletórica en lo artístico que en 1993 truncó su producción por voluntad de quien no quiso extenderla a sus límites máximos.

Particular interés despierta la prosa, metafórica y bella, de Lezama Lima, en esa especie de amistosa conversación que sostuvo con el intelectual español Juan Ramón Jiménez. Exiliado desde los días de la Guerra Civil Española, da la impresión que acepta dialogar en torno al mito/realidad que esconde la concepción de insularidad. En la medida que avanza la lectura, quedan al descubierto las huellas que la condición insular deja en el individuo, tanto en su comportamiento diario como en su creación material y espiritual.

Gran interés despierta la cronología sobre Juan Francisco Manzano realizada por el poeta Roberto Friol. Dentro de la servidumbre esclava del ámbito habanero del siglo XIX, destacó el poeta Manzano. Su figura es tomada, en este caso, para explicar las interioridades de su condición, difíciles, pero incapaces de desnaturalizar el alma. Sus cantos rimados adornan nuestras letras en lo infinito.

José Angel Hernández estudia en la revista la obra del argentino Juan Gelman. Es una interrogación en torno a la naturaleza de la poesía, el concepto de originalidad, sus relaciones con diversos temas de la vida cotidiana, en fin, todo lo bello del mundo desde la pupila y la pluma del poeta.

Están presentes, en las páginas recién impresas, las preocupaciones de Neruda por el pasado precolombino mexicano, esas culturas que fueron truncadas y que luego renacen en la obra de poetas del siglo XX.

Una faceta de la literatura pocas veces reseñada es la traducción. Esta vez se le coloca en lugar digno y algunos de sus cultores aparecen reseñados. Con el ánimo de vincular a los establecidos y los de mayor trayectoria por andar, al lado de las obras de del dominicano Alexis Gómez o la argentina Basilia Papastamatiú encuentran espacio los versos de un grupo de poetas jóvenes santiagueros, reseñados por la disertantes como personas que “quieren quemar el cielo”.

Así transcurrió la mañana, entre referencias a versos no leídos y evocaciones de glorias literarias. De ese modo, también quedó en la mente de los presentes una publicación de pujantes perspectivas.

jueves, marzo 3

La isla se desborda para ser posible



Los cambios se realizan primero y luego se institucionalizan. Esa fue la divisa que guió la disertación de Roberto Zurbano - director del fondo editorial de la Casa de las Américas - realizada en el marco de la Feria Internacional del Libro en Holguín.

El espacio “Cuba en Iberoamérica: la isla posible”, coordinado por el Departamento de Investigaciones de la Casa de Iberoamérica acogió el tema “Presentación del proyecto editorial de la Casa de las Américas”, sobre el cual disertó el conocido especialista.

El surgimiento del prestigioso centro habanero se produjo en momentos difíciles del proceso transformador cubano iniciado en 1959. Los nuevos rumbos del país eran repudiados por buena parte de sus vecinos y las relaciones se rompían con una facilidad increíble.

La Casa de las Américas devino en puente hacia las culturas del continente y, como el propio Zurbano afirmara, “en Ministerio de Cultura para las relaciones con Latinoamérica, aun sin existir dicha estructura”. La interacción con la cultura del continente trajo a Cuba a prestigiosos intelectuales que encontraron en la Casa un hogar para laborar.

Mario Benedetti, Manuel Galich, Ezequiel Martínez Estrada, Roque Dalton y un listado bastante extenso estuvo entre quienes hicieron cultura dentro de la revolución en interacción con Latinoamérica.



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El tema del archipiélago aislado, pero en actitud de sobrepasar sus fronteras para nutrirse con la sabia cultural de sus hermanos, fue el telón de fondo de toda la intervención. Con la pasión de los protagonistas, fue desdibujando un interesante panorama de trabajo que abarca más de medio siglo y donde la publicación de la creación continental ha estado en el centro de las preocupaciones.

Hoy, la Casa cuenta con más de un millar de títulos publicados que componen las 16 colecciones surgidas paulatinamente. Buena parte de los títulos proviene de los premios convocados por dicha institución. Uno de ellos, el holguinero Emerio Medina, galardonado en este 2011, estaba presente entre el público asistente. Su libro “La bota sobre el toro muerto” será realidad editorial en pocos meses, gracias a la actividad de la institución.

Zurbano realizó un largo recorrido por la literatura salida de los talleres Casa. Múltiples nombres y títulos fueron mencionados. Pero en el sustrato quedó la intención abarcadora de llegar a los autores de cada rincón continental. Bolivianos, haitianos, peruanos, mexicanos y hasta un argentino de la mismísima Patagonia - quien acapara el interés con su entrega, una visión de aquella parte del mundo, alejada de los grandes circuitos publicitarios, pero conocida en virtud de este esfuerzo – figuraron entre los autores mencionados.

Hubo también referencias a las cinco revistas que salen de la Casa y al esfuerzo por restaurar el patrimonio gráfico. Las colecciones de artes deben valorizarse en la medida que se expongan en diferentes ámbitos, al alcance de los pueblos a los cuales pertenecen. Jamás los almacenes lograrán incorporarle esa calidad.
La infaltable presencia de los sueños sirvió para el compromiso. Con el trabajo se desbordarán, aun más, las fronteras culturales de la isla. Así adquirirá mayor solidez en la memoria y en cotidianeidad.

miércoles, marzo 2

Sentados junto a Guarch

Con las vivencias del encuentro aún inquietándonos el espíritu, es preciso socializar las ideas fundamentales manejadas en el homenaje rendido en la Casa de Iberoamérica, este 2 de marzo, con motivo del 80 natalicio del Dr. José Manuel Guarch del Monte.

Su llegada al mundo se produjo en Camaguey, mas su trayectoria posterior lo traería a la ciudad de Holguín para verlo coronar su labor científica y humana. Los homenajes se extenderán en el tiempo y finalizarán el próximo 27 de octubre, con la entrega del Premio de Investigación “José Manuel Guarch” por parte de esta institución.


Tres temáticas fundamentales se abordaron en este primer encuentro: su temprana actividad política, la vida cultural y los inicios en la producción científica; ellas están indisolublemente ligadas.

La viuda de Guarch, Caridad Rodríguez, conocida por “Cacha” y difícilmente por Caridad Rodríguez, tuvo momentos de evocación muy conmovedores. Sus palabras transmitieron la pujanza de la niñez, adolescencia y primera juventud: el transcurso por los diferentes centros estudiantiles y la incorporación paulatina a actividades de rechazo al sistema imperante en aquellos tiempos que lo condujeron a militar en el Movimiento Nacional Revolucionario de García Bárcenas, primero, y al Movimiento 26 de Julio, finalmente.

Con lujo de detalles se evocó la conformación de un temprano Grupo de Teatro en el Instituto de Segunda Enseñanza y las presentaciones en calles y plazas. Otro tanto ocurrió con la formación de la Escuela de Artes Plásticas de Camaguey, de la cual Guarch fue director. El centro contó con la colaboración de figuras tan emblemáticas como la familia Pogolotti, quienes periódicamente acudían a aquella ciudad para impartir sus clases.

Sin embargo, Guarch tuvo que dedicarse a labores más remunerativas cuando solo contaba 17 años dadas las estrecheces económicas propias de aquellos tiempos. A pesar de ello, nunca dejó la actividad cultural y científica. Se incorporó a la Sociedad Espeleológica de Cuba y, dentro de ella, fundó el Grupo Yarabey con el que también se dedicaron a prácticas arqueológicas en la Sierra de Cubitas. Uno de sus resultados fue el hallazgo de un esqueleto de Megalocnus rodens.


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La M. Sc. Ángela Peña Obregón puso una nota particularmente decisiva cuando comentó sobre su relación docente con Guarch. En 1970 ella estudiaba un postgrado que el mismo impartía. En medio de los fríos cubanos de enero, debió realizar tres excavaciones en la Península de Guanacabibes y a partir de allí comenzó una entrañable amistad.

Ella presentó el primer libro de Guarch, Excavaciones en el Caney del Castillo. Trata de los resultados obtenidos en el trabajo de campo realizado en 1956, en la costa sur camagüeyana, cerca de Santa Cruz del Sur. El Guarch aficionado, junto a su colega Rodolfo Payarés, fue capaz de redactar un informe detallado de las excavaciones, donde el método estratigráfico es muy bien utilizado y el rigor científico que contiene le asegura un porvenir fructífero.

Efectivamente, en 1964 la Academia de Ciencias de Cuba publicó la referida obra en virtud de las bondades que mostraba en los albores de la arqueología revolucionaria cubana.

La memoria continuará refrescándose durante el periodo que nos separa hasta el mes de octubre. Otros pasajes de la vida de Guarch, el primer director de la Casa de Iberoamérica, emergerán para mantenerla latente, tanto entre quienes lo conocimos como en aquellos que no tuvieron tal suerte.

Nuestro homenaje será eterno.