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miércoles, octubre 3

Hobsbawn hasta siempre

La noticia me sorprendió. Leía el boletín de Carlos Barrios y saltó desde la pantalla. No era de mis seres queridos más cercanos, pero lo apreciaba como un maestro entrañable.

Por décadas supe poco, o nada, de él. Las noticias que llegaban lo presentaban como un revisionista del marxismo. No recuerdo haber escuchado nunca su nombre en la universidad donde cursé la carrera de Historia.

Conocí las obras de Erick Hobsbawn de manera subrepticia. Algún colega conseguía sus libros y nos lo pasábamos como si tocáramos una gema inapreciable. Luego venían los debates enriquecedores.

Con la caída del muro de Berlín, Hobsbawn tuvo otra connotación. Era el inestimable creador  que revolucionaba el marxismo contextualizándolo en una época nueva. Sus libros comenzaron a aparecer en los anaqueles de las librerías y se recomendaban para las clases universitarias. Sin dudas, el pensamiento había evolucionado para recepcionarlo.

En el medio donde me desenvuelvo, ya no se hablaba de él como el “disidente” del Partido Comunista. Era Hobsbawn todo un científico consecuente que había sufrido la censura estalinista en su lucha antidogmática.

Por suerte, en la hora de la despedida podemos reconocerle todo su talento y su militancia. Hobsbawn, hay un pueblo y una comunidad de historiadores que derraman sus lágrimas por el orgullo y la franqueza con que defendiste tus ideas.

lunes, julio 2

Bicentenario de Nepomuceno

Sin notas de clarín llamando al silencio; ausentes el monumento, la tarja, o el mínimo granito de arena donde depositar el pétalo respetuoso; apenas sin la presencia de los avances tecnológicos para amplificar el sonido, a viva voz, tal cual Juan Nepomuceno dio su grito por la libertad de sus semejantes, en el Holguín de 1812, donde la historia le reservó la condición de primer mártir del territorio, así de sencillo fue el momento de recordarlo.

Fue el 3 de abril a las 3 de la tarde, en el parque Calixto García, fecha y lugar donde doscientos años atrás segó su vida la soga colonial y, como escarmiento, fueron apaleados sus compañeros de lucha para, luego, enviarlos a cumplir cadena perpetua en el presidio hispano de San Agustín de la Florida.

Siempre hubo quienes priorizaron la cita. Medio centenar de holguineros estuvo allí. Profesores y estudiantes universitarios, trabajadores de distintas instituciones de Patrimonio Cultural, escritores, investigadores, artistas y los transeúntes, habituales o quienes al azar concurrían al lugar y se incorporaron al grupo, hasta dos visitantes venidos de allende el mar, con rostro sorprendido o quizás curioso, se unieron  al espacio “Por las sendas de la memoria”, auspiciado por la Asociación de Escritores de la UNEAC, para escuchar la disertación del master José Novoa y las reflexiones de los asistentes.

Fue innecesario el ssshhh a los irreverentes ante la solemnidad. Bastó la concentración  y la indiferencia para que el lenguaje calmo, profundo, para nada excedido en decibelios, marcara el tiempo que los representantes de la generación de holguineros, vivientes en su único bicentenario, empleó en su tributo.

Presente estuvo el  orgullo por lo logrado en dos siglos desbrozando el camino que el negro Juan dejó señalado en el Holguín colonial. También aparecieron la  pena y los deseos de pronta inmersión en lo que falta por ganar. No obstante, jamás se podrá afirmar que los holguineros son olvidadizos con sus mártires y mucho menos con el primero que ha aparecido en los documentos que nos lega la historia.

Muestra de nuestra diversidad en el origen, el africano dejó su huella con un salto inaudito. Cuanta diferencia con quienes dividían el suelo para convertirlo en porciones, donde explotar a sus semejantes, en provecho personal. ¡Descomunal aporte cultural! Justipreciar la libertad de los seres humanos y ser capaz de entregarle su vida.