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martes, noviembre 1

Milenio optimista

Adios a las sombras. Esa parece ser la máxima conclusión del Simposio Milenio Abierto. Su conclusión en la ciudad cubana de Holguín dejó a los participantes muy optimistas.



No es para menos, el centenar de estudiosos de nueve países que intercambiaron en los salones del Hotel Pernik, donde sesionó el evento, pudieron aquilatar los esfuerzos que se realizan en cada rincón de Iberoamérica por resolver los problemas que el nuevo milenio ha puesto en la palestra pública.


Para nada se trata de que todo esté resuelto. Dificultades hay muchas, lo que importa es la cantidad de personas empeñadas, seriamente, en buscarle solución. El ámbito de debates fue amplio: la memoria y la identidad histórico cultural, las controversias que tienen como centro al género, la polémica sobre inclusión y exclusión, el desarrollo humano, el pensamiento y las políticas ambientalistas, fueron, entre otros, algunos de los principales temas tratados por los ponentes y conferencistas.

Buena parte de las ponencias emanaban de intervenciones comunitarias. El término era tomado en su asepción más amplia. Comúnmente, se asigna el término comunidad a aquel contexto donde priman las relaciones vecinales. Sin embargo, se reconoce que existen comunidades laborales, estidantiles, profesionales, enfocadas en el ocio, el entretenimiento y el uso del tiempo libre. Hasta el ciber espacio es escenario de comunidades.

Llama la atención que, mientras la Organización de Estados Iberoamericanos sesionaba en Paraguay con la asistencia de solo diez jefes de estado, los estudiosos de sus pueblos, preocupados por su destino, se hayan reunido en Holguín. No todo anda mal, depende del marco donde se traten los asuntos y de los protagonistas que tenga el intercambio.

martes, agosto 30

Se gasta el milenio

¿Piensa usted vivir mil años? No se sonría, yo sé que usted se consideraría dichoso si lo lograra, pero nunca se tomaría en serio llegar a tan alta edad. Por lo menos en los mil años que siguen.

No, no piense que estoy bromeando. Ni siquiera niego el progreso.
En secreto, solo entre usted y yo ¡Cuánto me gustaría vivir mil años!
Mas, el desarrollo tecnológico indica que, en lo inmediato, tal aspiración es pura quimera.

¡Como hay tiempo en mil años! y nosotros, insignificantes seres terrestres, casi nunca llegamos a cien.

Ante esta realidad, algunos cálculos parecen certeros. Un milenio es más de diez vidas humanas. Y un milenio bien aprovechado vale más de mil años, más de diez generaciones de terrícolas.

¡Cuánto progreso se puede obtener en este tercer milenio!

Cabe preguntarse ¿estamos haciendo lo óptimo para que este milenio sea productivo?
Bueno… la verdad… hum. Hay respuestas que cuesta trabajo darlas.

Antes de haberse iniciado, el tercer milenio era un sésamo de esperanzas y deseos. ¡Cuánto optimismo despertaba! Millones de cosas distorsionadas podían hacerse mejor en los mil años que se acercaban. Hasta se podrían emprender planes que descansaban en las gavetas del hastío.

No se desanime, el milenio es todavía un bebé.

Bueno, sí, un bebé, pero no un recién nacido. Este es un bebé al que están al salirle los dientes… si es que no ha mordido ya.

Quizás la enorme extensión de mil años pueda parecer inmensa. Pero ya gastamos una década. Dos quinquenios convertidos en pasado. Y ¿las esperanzas, los planes desempolvados, el progreso por conquistar?

Vamos, no hemos estado tan cortos de tiempo. En once años… por lo menos se pudo haber emprendido algo.

A decir verdad, en Iberoamérica se han dado pasos hacia el progreso. Programas contra la pobreza, búsquedas de armonía entre las naciones, muestras de preocupación por las minorías , digo, las mayorías nacionales.
Pero también se han producido movimientos inversos.

¿Qué noooo, y por qué hay tantas gentes protestando en las calles? Mapuches, estudiantes, obreros en huelga, grupos ecologistas, mujeres discriminadas… ¿serán las protestas realidades cotidianas del paraíso terrenal?

Lo dudo, de lo contrario tendremos que construir otra versión del paraíso. Bueno todavía nos quedan 989 años para concebirla y materializarla. Eso es un poquito menos de un milenio.

Para ese nuevo paraíso hay que pasar balance a lo heredado y a lo hecho. Aunque parezca mentira, ¡el tiempo vuela! y el paraíso de la justicia social espera por sus constructores.